A paso firme, con voz decidida y ronca entra Pablo con su uniforme de gimnasia. Estamos ahí, frente a los andariveles de la pileta olímpica de un club de Mar del Plata, las imágenes que va trayendo el protagonista llegan a evocar desde el agua quieta y cristalina esperando a ser quebrada, hasta el olor penetrante del cloro del natatorio. A medida que va hablando, el relato va construyendo el universo de la natación, de la competencia pero todo eso encubre algo más profundo.
“Brazada, brazada, onda, onda, pegarle al agua”. Vencer la resistencia del agua y del propio cuerpo. Vencer el miedo y no mirar a los costados, solo hacia adelante, una sola meta. Fuerza, disciplina, técnica. Toda la preparación y el entrenamiento se ponen en juego por un minuto y luego, de nuevo el vacío; como este maravilloso monólogo que empieza filoso y nos mantiene alertas durante poco menos de una hora, que se vuela como segundos.
Ahí está Pablo solo y con nosotros, que formamos parte de la escena, somos sus alumnos, sus testigos, su audiencia. Esta solo con sus recuerdos y con los personajes de su pasado: El morocho, sus padres, el entrenador, El porteño. Empieza a dar directivas, consejos sobre la alimentación, la actitud competitiva, el entrenamiento y deja entrever sus pensamientos, sus valores, su dolor. Se va desnudando con la palabra y deja caer sus distintas capas, una ideología cargada de xenofobia, viejos parámetros del “ser macho”, un viejo resentimiento (quizás por hacerse cargo de un deseo ajeno), las secuelas que dejó la presión del deber ser. Deber ser valiente, enfrentar al miedo de quedar como un cobarde frente a sus compañeros, deber ser el mejor, el primero. Pasar de la fobia a la pasión. ¿Qué hay detrás de ese discurso de disciplina, de masculinidad, de fuerza?
Cuántas veces nos preguntamos frente a un padre o madre eufóricos en una competencia o muestra de algo: ¿quién es el verdadero portador de esa pasión y quién simplemente es el medio para canalizar ese deseo de otro?
Nadar mariposa, suena poético, romántico, frágil y algo de eso hay: en la combinación de rudeza y poesía del relato, en las imágenes de las burbujas que se cruzan con el miedo y la fragilidad del Pablo del recuerdo. Ahí está en toda la potencia de la dramaturgia de Lucas Lagré que Fernando Sayago hace cuerpo, en un excelente trabajo actoral. Nadar Mariposa tiene todos los elementos de una pequeña gran obra, que está viva y repleta de una riqueza de cual vale la pena dejarse empapar.
Ficha técnica
Dirección y autoría: Lucas Lagré
Actuación: Fernando Sayago
Música: Fernando Sayago
Asistencia de dirección: María Julieta Prieto
Escenografía: Agustín Escalante
Vestuario: Alfredo de la Fuente
Diseño de iluminación: Gastón Calvi
Diseño de sistema led: Verónica Lanza
Fotografía: Ezequiel Demaestri
Diseño gráfico: Alejandro Ojeda
Prensa: Duche&Zárate
Producción general: el Desvío
ESPACIO POLONIA
Lunes 21:00 hs
$ 120,00 / $150,00
Duración 45 minutos