Tras conocer su destino, ¿quién quiere renunciar a él?
Después que tres brujas le anuncien que será rey de Escocia, Macbeth asesina al rey Duncan con ayuda de su esposa, generando una escalada de crímenes que tiñe todo de sangre. Cuando “todo es temor y nada es amor”, la culpa y el desconcierto destruirán el orden social y el microcosmos doméstico. Un matrimonio joven que construye mal.
Puentes metálicos, brujas platinadas y break dance. Las brujas hechizan con tachas, rituales coreográficos. Apenas con algunos cortes, el Macbeth de Daulte es una enorme maquinaria sensible, futurista y tecno que respeta la partitura del texto original. El banquete es vernissage, las espadas son pistolas. Macbeth pregunta con moño y smoking: “¿Por qué me visten con ropas prestadas?” El diseño sonoro es un latido percusivo que llama a la venganza. ¿Cuándo fue que olvidamos que Lady usa tacos altos?
Para el director, Macbeth no se trata sólo de ambición, es también la “tragedia de la imaginación”. El mayor acierto: la lectura de Shakespeare en clave espectacular. La unión de elementos contrastantes: lo alto y lo bajo, lo serio y lo cómico. (“Lo feo es bello y lo bello es feo”). Un personaje agregado en tono stand up: el portero. Las premisas de Daulte emulsionaron bien: “el teatro es un acto de celebración/ los mayores enemigos del teatro son la solemnidad y la frivolidad/ al teatro sólo le interesa el teatro/ el teatro es ante todo un juego reglado”.
El diseño de luces, sonoro, coreográfico y musical se integran en esta puesta soberbia donde uno no sabe si está soñando, imaginando o todo está sucediendo en el delirio febril de la noche. Macbeth confirma en versión de Daulte lo mejor que tiene: su potencia dramática, teatral. El texto sale del papel y se vuelve troquelado. Actualizar algo del primer contacto infantil en el que nos fascinamos leyendo a Shakespeare, y mucho no entendimos. Mejor: entendimos como entienden los chicos, creyéndonos todo. Ese saber que encierra una verdad antes de apagar la luz, porque hay que dormir.
Ficha técnico artística
Dirección: Javier Daulte
Autoría: William Shakespeare
Versión: Javier Daulte
Traducción: Daniel Zamorano
Actuación: Alberto Ajaka, Valentino Alonso, Mónica Antonópulos, Fabio Aste, Federico Buso, Luciano Cáceres, Julián Calviño, Emiliano Dionisi, Leticia Mazur, Margarita Molfino, Francisco Pesqueira, Marcelo Pozzi, William Prociuk, Martín Pugliese, Agustín Rittano, Ezequiel Rodríguez, Leonardo Saggese, Alberto Suárez, Julieta Vallina, Debora Zanolli
Asistencia artística: Andrea Garrote
Escenografía: Alicia Leloutre
Vestuario: Mariana Polski
Iluminación: Gonzalo Córdova
Música original: Diego Vainer
Coreografía: Carlos Casella
TEATRO SAN MARTIN
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