En mayo 2020, cuando estábamos más encerradas en nuestras casas que nunca, cuando todavía nadie se había vacunado, solo había teatro por streaming y en Farsa se nos estaban agotando los memes para seguirla remando, Espacio Callejón lanzó un concurso de obras breves que serían dirigidas por el mismísimo Javier Daulte. Las piezas tenían que dialogar con el contexto de confinamiento y pandemia, así como hablar “sobre sus sorpresivos y desconcertantes efectos y posibles consecuencias”. El jurado estaba formado por Leonardo Arecco, Dana Basso, Sebastián Irigo, Paula Manzone, Javier Daulte, Héctor Díaz, Silvia Gómez Giusto, María y Paula Marull.

Adelantemos un año. Es agosto 2021, el coronavirus se sigue propagando por el mundo con sus respectivas variantes, pero hay vacunas y más esperanza. No estamos tan encerradas como antes y abrieron varios teatros, pero no hay que olvidar que muchísimas salas independientes siguen cerradas y todavía no se sabe cuándo van a volver a funcionar. Espacio Callejón, un teatro independiente de Almagro que en Farsa queremos mucho, abrió sus puertas. Las obras ganadoras del concurso se estrenaron el 28 de julio con el nombre Luz Testigo, y nosotras, por supuesto, salimos a cubrirlas.

“LUZ TESTIGO es un espectáculo en el que conviven cinco historias, con sus universos y personajes. Cada uno de ellos intentando un encuentro con los otros. Un encuentro que está interferido por las propias limitaciones, por los anhelos inconfesados, por las dudas, por los miedos”, dice el sitio del teatro. 

Las piezas son: Nélida, escrita por Martina Artigas; Un cuento, de Tomás Afán Muñoz, Delta, con la dramaturgia de Agustín Meneses; Mientras miro la heladera te extraño, de Julián Marcove, y Cambios, de Rubén de la Torre. Cada obra es diferente pero todas tienen en común el mismo elenco que va rotando y la temática del confinamiento. En Delta, la pandemia motiva a un hombre a irse a vivir a una isla, lejos de su familia. Un cuento es una reversión macabra de Hansel y Gretel en la que los padres médicos dejan a sus hijos abandonados en medio del bosque durante meses. Cambios pone en escena una historia de amor sobre dos vecinos que se conocen en la terraza del edificio cuando salen a colgar la ropa. En Nélida, un hombre se enamora de una mujer mirándola por la ventana y confesando su amor por la radio, y en Mientras miro la heladera te extraño un actor despechado interpreta un monólogo que es constantemente interrumpido por su ex.

Las obras son breves y disímiles; lo que las une, además de la temática del confinamiento, es que en todas hay “luces testigo”: reflectores grandes de estudio de televisión que forman parte de la escenografía. Los actores que no participan de la pieza están atrás de las luces, casi inmóviles. Este recurso ayuda a unificar las obras y, por otro lado, refuerza el aspecto metateatral: los actores se sienten mirados, inspeccionados. Y nosotras, desde el público, los vemos sentirse mirados.

Luz Testigo trata sobre la soledad, sobre personas que intentan conectar con otras y fracasan —pero algunas veces lo consiguen—, sobre lo que pasa cuando hay distancias, forzadas o deliberadas, al interior de una familia, sobre la posibilidad de encontrar el amor en las situaciones más inesperadas, y en especial, sobre el teatro. Estas obras son un ejemplo de la capacidad de los seres humanos de crear en los contextos más adversos e inciertos. Luz Testigo pone en evidencia que, a pesar de la pandemia, del encierro y de la distancia, el impulso de escribir y hacer teatro persiste.