Lo que siempre se destaca del teatro respecto de otras artes es que cada función es única e irrepetible. La obra Los miedos redobla la apuesta para que experimentemos el hecho vivo y artesanal en su máxima expresión porque no hay texto ni personajes asignados: todo emerge en presente con el talento y coraje de una banda que está muy en una.
¿Improvisación? Sí. ¿Show de impro? No. Nada que ver. Si tuviera que hacer una analogía diría que Los miedos se parece más a la La Bomba de Tiempo o en La Grande de Santiago Vázquez que a cualquier otra obra de teatro que haya visto: hay virtuosos que se juntan, se dejan dirigir y se va armando algo que pareciera super ensayado, cuasi mágico.
Cuando entrás a la sala del teatro El Grito en el barrio de Palermo te encontrás con actores precalentando a la vista del público: bailan, hacen movimientos de estiramiento, vocalizan. En la ficha técnica figura como director Alejandro Gigena -adquirió popularidad en 2019 por ser uno de los hermanos Gómez en la película La Odisea de los Giles– y está sobre el escenario. ¿El director en escena? ¿dirige y actúa? Puede ser considerado un actor de la obra, pero lo cierto es que dirige como el maestro de orquesta, a la vista de los espectadores. Tira letra, pautas para la actuación, le hace señas al iluminador, a los músicos. Se siente como entrar a la cocina del restaurante, al laboratorio donde están experimentando, pero no aplica porque esto no es backstage, es la obra. Y la certeza de saber que todo sucede en el momento genera en el espectador una adrenalina especial, tensión, alerta y un festejo ante cada acierto que hace vibrar la sala.
La gran clave de Los miedos parecería ser el entrenamiento, porque los intérpretes están mega expuestos. ¿Cómo va a reaccionar? ¿No se va a quedar paralizado ante la propuesta del director? Es sorprendente la velocidad de reacción y el nivel de ocurrencia de las actrices y actores en escena, que en una hora no sólo experimentan un montón de situaciones de todo tipo, sino que además hacen diferentes acentos dando la vuelta al globo terráqueo de las tonadas. Y el éxito pareciera radicar en la formación a partir de ese gimnasio actoral que propone Gigena y que es muy popular en una generación de actores y maestros. Vemos escenas desbordadas donde nada es realista pero todo parece posible, lo lúdico predomina y el humor es la consecuencia.
Qué ganas de ir a vivirlo, ¿no? Me odiarás por difundir esta reseña en medio de la cuarentena, cuando estamos tan lejos de este tipo de experiencias que extrañamos compartir. Pero para tratar de sentirnos un poco más cerca, Los Miedos lanza este viernes su función virtual. Y obviamente no es lo mismo. Hay algo de lo efímero e irrepetible del teatro, que se acentúa particularmente en esta obra tan del ‘aquí y ahora’, que en el registro filmado inevitablemente se pierde. Sin embargo te proponemos verla, primero porque esta función ya pasó y nunca más volverá a ocurrir y además porque puede ser una buena oportunidad para tener una primera aproximación a este dispositivo, a esta máquina creadora, a este universo que sin dudas pos ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) nos volverá a reunir en este gran ritual del teatro.
Ficha técnico artística
Dirección: Ale Gigena
Actuación: Javier Abril Rotger, Sofia Brihet, Guido Fisz, Debora Nishimoto, Camila Peralta, Guido Pérez Orue, Valentina Rata Zelaya, Max Suen
Música en vivo: Sofia Brihet, Guido Pérez Orue
Escenografía: Gina Mantegna
Iluminación: Santiago Tauzin
Diseño gráfico: Milagros Pico