La directora y actriz Mariana Bustinza se ganó nuestra atención con el obrón que es Menea para mí y desde allí supimos que había que seguirle el rastro. Tal es así que nos tiramos de cabeza al estreno de Lo que quieren las guachas, su nueva propuesta, el pasado 8 de agosto.
En Lo que quieren las guachas retoma algunos recursos de “Menea”, y eso lo vemos desde la utilización de una canción de cumbia para el título, de amplio reconocimiento, aún para los no oyentes del género musical. También pone en un primer plano el recurso de utilizar momentos musicales coreografiados, o momentos relatados y coreografiados, siempre generando esa chispa interna de unirte al baile con los actores. Bustinza afianza un estilo de autoría y dirección: hay escenas de amor, de sexo consentido y no consentido, hay historia sobre una clase social media/alta y sobre una clase social baja. Bailan las rochas, bailan las chetas.
Y hay, dentro de la unidad del “universo Bustinza”, algunas distancias de estilo y tema. Un ejemplo es la escenografía. A diferencia de la de Menea para mí, super recargada, en este caso se apostó por una más simbólica y minimalista: una pared impecable hacia la izquierda y que se va deteriorando y destrozando a medida que avanza hacia la derecha. Cada lado le corresponderá a una familia o grupo de amigos.
Además, en este caso, la obra no toma la marginalidad como temática central, sino como excusa para poner en primera plana un tema que cruza horizontalmente ambos grupos. Por un lado están los chetos: tres pibitos que van a una escuela secundaria privada, dos chicas y un chico. Él, representa al peor “Tincho” (aunque en este caso se llame Valentino) violento, misógino y transfóbico posible, por momentos insoportable de ver. Ellas son Micaela, la ex del anterior, súper sensual y de ir de frente; y Sol, más manipulable e insegura. Los tres superficiales, los tres pendejos, los tres ensimismados en sus celulares.
Un día, Micaela se cruza en la puerta del colegio a un vendedor de medias, Owen, y comienzan una historia de amor. Owen vive en un barrio pobre con su mamá, una travesti y trabajadora sexual, y su hermana Yani que también es estudiante. Es destacable el trabajo sin parodia y caricatura sobre esta familia, tanto desde la dirección como desde las actuaciones. El eje no está puesto en la madre y su pertenencia a un grupo aún más precarizado dentro de otro grupo precarizado, sino que es un tema naturalizado en la misma familia y se celebra que así sea.
Una vez que las vidas de Micaela y Owen se cruzan, se cruzarán también la de los demás personajes entre sí. Y es allí que el tema anteriormente mencionado como principal, sucede: dos embarazos no deseados y dos voluntades silenciadas. Por un lado, la realidad de quien puede practicar un aborto en condiciones sanitarias dignas, pero sin tener noción de lo que le estaban haciendo porque habían decidido por ella. Por el otro, la realidad de quien decide abortar por sí misma, pero no corre con la misma suerte para afrontarlo. Lo que quieren las guachas es esa ley que fue rechazada justo un 8 de agosto del año anterior al estreno de esta obra: aborto legal, seguro y gratuito.
Ficha técnico artística
Dramaturgia y dirección: Mariana Cumbi Bustinza
Actuación: Iti El Hermoso, Martina Bajour, Luciano Crispi, Ornella Fazio, Ignacio Pelaez, Nachioo, Malena Ratner
Música en vivo: Milagros Zabaleta
Música original: Facundo Salas y Diego Domizi
Arreglos vocales: Facundo Salas
Coreografía: Catalina Jure y Marina Cumbi Bustinza
Escenografía: Agustín L. Addesso
Diseño de luces: Gustavo Lista
Vestuario: Mariana Cumbi Bustinza
Realización escenográfica: Taller 793
Fotografías: Santos Loza
Diseño: Addxsso
Prensa y difusión: Carolina Alfonso
Asistente de dirección: Catalina Jure