Existe un método en la literatura llamado caja china. Recibe este nombre por la similitud con las mismísimas cajas chinas: una caja grande que contiene a una caja más pequeña y ésta a su vez a otra más pequeña, y así sucesivamente.

En Las ideas de Federico León todo está contenido por algo más. Una puesta que activa la duda sobre todo aquello que se representa, lo que podría llegar a ser y lo que es en realidad. Una cáscara por encima de otra, eso es el juego teatral donde la representación está siempre entre el límite de lo verosímil y lo espectacular. Sobre esta premisa se ancla la obra para dispararnos por sesenta minutos decenas de cuestionamientos alrededor del proceso de creación.

Una mesa de ping-pong y unos cuantos elementos desordenados junto a una computadora, son el escenario donde un artista y su colaborador conversan, crean y reflexionan acerca de lo que significa representar. En ese ping-pong de teorías y ocurrencias aparecen materiales viejos, ideas sin terminar y hasta lo que fue a parar al “tacho de basura” virtual. Porque todo está contenido por algo más. Ambos personajes se ubican en el límite de lo ficcional, ¿representan a un otro o son ellos mismos? Como en un juego de espejos infinitamente reflejados, el planteo sobre el significante interminable está presente toda la obra.

Las ideas van y vienen, disparando interrogantes sobre qué significan ficción y realidad, y nos dejan reflexionando a cada momento. Todo planteo que surge es plausible de una duda y gracias a esto, nosotros como público, quedamos interpelados y participamos imaginariamente. Tanto León como Tello debaten sobre lo posiblemente real en una obra y lo que debe ser falsificado. Este planteo recorre toda la pieza y nos vuelve siempre sobre la misma cuestión. Las cajas chinas. La funda de la funda. ¿Hasta qué límite se puede seguir representando lo representado? Eso no es lo importante acá, sino disfrutar de la actividad como espectador, de la posibilidad que nos brindan obras como éstas de experimentar la duda, aceptar lo ficticio y cuestionarlo a la vez.

Porque después de todo, como dice León: “Lo que no te mata, se vuelve idea”.