Algunos papás de la sala de tres de un colegio privado se juntan una vez por mes para decidir asuntos cruciales de la organización del jardín y el grupo de niños.

Cuestiones como la paradoja del regalo de cumpleaños (muchos, o sea uno por cada chico, o uno solo más importante y caro) o la participación de los chicos en el acto escolar o la implementación de un día casual, en el que los chicos puedan ir al colegio disfrazados como más les guste, son debatidas con fervor y sometidas a reñidas votaciones.

Pero en esta ocasión se suma una dificultad. Renata, la directora de la institución y pseudo-parcial mediadora de las reuniones, ha tenido un misterioso inconveniente y está atrasada. Así que deberán comenzar sin ella…

Cual congreso nacional de clase media a pequeñísima escala, se asiste a una verdadera puja política (progres vs. conservas) matizada por las cartulinas y papeles glacé que los rodean. Cuando se trata de temas que afectan los intereses personales (¿y qué puede haber más personal que lo que involucra a un hijo?) la competencia por los votos se vuelve carnicera y poco a poco la desesperación irá develando los recursos más bajos a los que esta mini sociedad puede apelar.

La sala roja ridiculiza a un grupo social que, alienado en su bienestar, pierde hasta la ética cuando lucha por sus intereses, por más superfluos o egoístas que estos sean. No es roja por comunista sino por pasional, frívola y desesperada.