Escrita por Alfredo Sanzol y dirigida por Lautaro Perotti, La respiración se presenta en Timbre 4 hasta noviembre; una obra para dejar de lado los prejuicios, abrir la cabeza, reírse de la tristeza y hacer lo que haga falta para volver a respirar. El autor español también está presentando La calma mágica en el mismo teatro y, sobre sus obras, dijo: “me ayudan a curarme de mis dolores, para mí tienen algo sanador, y me gusta que también lo tengan para el público”. Esto sucede en La respiración, donde la nostalgia es tratada con humor y el dolor se supera a través de la risa.

Nagore se separó hace un año y, si bien tiene a su hija y a su madre, siente que perdió a su familia. De la soledad total pasa a conocer un mundo nuevo, lleno de personas a las que atrae y que se relacionan de una forma muy distinta a la que ella conoce. A veces, no queda otra que salir de la realidad para recuperar el aire y volver a estar bien.

La nostalgia es tan fuerte que no le permite ser feliz, reír ni respirar. Nagore recurre a su madre, que la invita a una clase de yoga, donde conoce a sus amigos. El primer aprendizaje es el de la respiración profunda, pero cuesta. Maite, su mamá, asegura que, escapando de la realidad junto a este grupo heterogéneo de personas, Nagore va a estar mejor. La protagonista, por otro lado, tiene sus dudas.

Maite, de unos setenta años, es fanática del yoga, el porro y el sexo sin compromisos. Lleva a su hija a un mundo de fantasía, donde la lógica de las relaciones es muy distinta a la que la sociedad impone, el amor es libre y no hay restricciones. Situaciones inverosímiles y divertidas sacan a Nagore de su crisis a la fuerza y la obligan a liberarse.

Es fundamental ver La respiración con la cabeza abierta. El concepto de fidelidad y de amor entran en juego, mientras los pre-conceptos sobre las relaciones son derrumbados. Salir un poco de la realidad no tiene nada de malo y hasta puede ser la única solución cuando la vida es tan dura que no permite respirar.