Mariano ha vuelto a la tierra de la infancia, pero sólo encontró escombros. En forma de reescritura de la Orestíada, esta obra emblemática del dramaturgo argentino Ricardo Monti ha vuelto de la mano de la actriz y cantante Virginia Innocenti, que presenta su primer trabajo como directora teatral.

La oscuridad de la razon destacada

Que vuelva una obra de Monti es algo extraordinario. Que vuelva La Oscuridad de la Razón, lo es aún más. Autor hispanoamericano imprescindible, maestro de dramaturgia y formador de autores (Mauricio Kartun, Javier Daulte y Alejandro Tantanián, entre todos los que estudiaron con él), esta obra es una de las suyas preferidas. El parricidio personal, histórico y social, el destino de los pueblos, la poesía, la infancia y la luz en forma de Francia. El imperio de lo tecnológico, la dominación técnica del mundo (eso que Heidegger llamó desocultar provocante) contrapuesto a lo ancestral, las diosas femeninas de la tierra. El renacer de Orestes/Mariano como posibilidad de fundar una racionalidad que recupere cierta visión matriarcal del mundo.

¿Para qué desarrollar el argumento de una obra que hay que ir a ver?

Innocenti supo ser el personaje de Alma en la puesta original del director Jaime Kohan, en 1993. Ahora asume la dirección de esta obra dificilísima, que marcó su carrera de actriz. Obra de sentidos múltiples, escrita en verso. Esta combinación entre un material consagrado y el impulso iniciático de tomarlo es de mucha felicidad. De una sensibilidad y calidad notables. El trabajo de los actores sobresale en la potencia, en el decir. La cantante que es Virginia recupera la musicalidad del verso, también sus claves de humor. Algo de la actriz también hay, porque se nota que todos están conducidos con amorosidad, como piezas frágiles de un ajedrez de pasiones que hay que disponer con cuidado, en una puesta generosa que los deja que brillen.

En el estreno de prensa, algo sucedió, un accidente precioso: se cortó la luz, y con una tenue luz de emergencia, los actores siguieron sosteniendo el peso del ritual. Era una escena donde gritaban luz, luz, para que alumbrara la noche trágica del incesto. Y eso que podría ser paródico, no lo fue: despojado de los artificios de la técnica, pidiendo la luz que irrumpa para salvarnos de nuestro destino sudamericano, antes de desalojar la sala, ese accidente también hablaba  de la calidad de la propuesta. La palabra y el cuerpo eran protagonistas, no hacía falta nada más.

Ficha técnico artística

Dirección y concepción: Virginia Innocenti

Dramaturgia: Ricardo Monti

Actuación: Juan Luppi, Pablo Mariuzzi, Maia Mónaco, Daniela Salerno, Luciano Suardi, Lorena Szekely, Ana Yovino

Vestuario y Escenografía: Julio Suárez

Iluminación: Leandra Rodríguez

Música original: Maia Mónaco

Diseño gráfico: Silvia H. González

Asistencia de dirección: Luciano Percara

Prensa: Duche & Zarate

Producción ejecutiva: Silvia Barona

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