Martín de Goycoechea es el autor y director de La memoria fría, una obra para incursionar en el territorio confuso de los recuerdos, sobre todo cuando se trata de esclarecer un hecho traumático.  El relato policial, la ansiedad que genera el no saber qué paso, se mezcla con la intimidad de dos parejas que atraviesan problemas de todo tipo: hay confusión, insatisfacción, cansancio, decepción.

Cuatro personas se reúnen para intentar recomponer, entre todos, un recuerdo. Hace un tiempo, viajaban juntos a pasar unos días en una cabaña, cuando fueron testigos de hechos extraordinarios a los que no encontraron respuesta: cuando se dirigían al destino, se encontraron con un accidente automovilístico sin víctimas de ningún tipo, solo objetos y ropa desparramados por el suelo. El hecho de que no haya habido muertos es desesperante.

En los días que siguieron, una vez en la cabaña, más y más sucesos sin explicación: un cuerpo desnudo (o dos), sangre, un perro, un sonido raro, animales que se comportan de manera extraña… Todos vieron una parte, cada uno de los cuatro tiene una versión parcial de lo sucedido y, en escena, intentan reconstruir la historia. Sin embargo, “la memoria es un territorio lleno de dudas y conflicto“, en palabras del autor.

De esta manera, el relato casi paranormal y  policial de lo acontecido se mezcla con lo que sucede en la intimidad de ambas parejas: infidelidades, deseos reprimidos, malentendidos y broncas que se convierten en odio llevan a los personajes a un estado de violencia extremo, al mismo tiempo que la idea de la muerte se hace más y más presente.

A través de una escenografía muy bien lograda y una presencia fuerte de luces, que acompañan los estados de ánimo y las emociones de los personajes, el autor nos traslada a un bosque en el que la confusión predomina.  De Goycoechea lo resume así: “la memoria fría refleja un fantasma individual, que se hace colectivo en Argentina”.