“Afectar al espectador. Afectarse”, “Fassbinder nos conecta con nosotros mismos”, “Los textos de sus films son citas de citas de citas”. Esto y más escribe el actor Horacio Banega en el programa de mano (que debe leerse antes de ingresar a la sala) de Fassbinder, todo es demasiado, la nueva propuesta de Lisandro Rodríguez en el marco del Ciclo Invocaciones en el Centro Cultural General San Martín.

El espectador se encontrará aquí con un conjunto de citas, personajes, diálogos y acciones reconocibles de la cosmogonía fassbinderiana. Todo enmarcado en una interesante puesta en escena austera, con los ventanales de la sala atiborrados de graffitis con provocaciones del tipo “Soy periodista, no pienso”, “Vivimos en un país que reprime”, entre otras.

Fassbinder… puede pensarse como una anti-obra, una instalación que utiliza elementos de la performance para discutir los propios conceptos de creación y autor. Conceptos que Rodríguez pone en tensión con cada puesta que lleva adelante (Duros, en 2015, Dios, en 2017, por ejemplo).

Esta séptima invocación es anárquica, para nada esquemática, pero sólida en su estructura dramática y en lo que se propone. En escena son reconocibles el propio Rainer Werner Fassbinder (Carlos Defeo), Marlene (Sofía Cobás Alé) la sirvienta muda de Las amargas lágrimas de Petra Von Kant (1972). Acaso Norberto Laino podría ser Georges Querelle de Querelle (1982), pero no se especifica. En tanto que Horacio Banega es el maestro de ceremonia que explica el contexto mundial durante los 37 años que vivió el cineasta alemán.

El amor es el nervio de la puesta, siempre escondido en la maleza de diálogos, giros y canciones interpretadas por el propio Lisandro Rodríguez en guitarra acústica y eléctrica. Y esto viene desde los mismos textos del programa escritos por su autor a modo de introducción: “Nos cuesta sostener el amor porque perdemos la dimensión de ese encuentro. En el devenir creemos haber encontrado a ese alguien y nos dormimos”.

No es de las más destacadas pero sí de las más poéticas invocaciones hasta ahora vistas. Fassbinder, todo es demasiado logra condensar en sesenta minutos  el espíritu central del cineasta alemán inclasificable por definición.