Si existe un género que históricamente se regodeó con la frivolidad es el de la comedia musical, pero como toda generalización peca de injusta. Algunos musicales se corren de la superficialidad y hasta narran historias políticamente comprometidas con su contexto. Es un fenómeno que fue creciendo en la cartelera porteña sobre todo en estos últimos años en los que la ciudad se convirtió en un epicentro de escuelas de comedia musical, talleres de montaje musical y producciones de diversa índole (desde las que cuentan con toda la infraestructura y presupuesto de las producciones enlatadas extranjeras, hasta las más modestas en teatro independiente).
Sin dudas, Esta canción encuentra su inscripción en esta minoría que burla las reglas clásicas del género. Por empezar, ya el telón es el gesto del telón. Quiero decir: es evidente que no tapará toda la escena, que no está allí para eso. No se trata de cumplir las normas preestablecidas, las expectativas que determinado género ya presetea en la cabeza del espectador. Por el contrario, se trata de desnudar ese mecanismo. Es un telón mínimo, que brilla, que quiere ser visto como la burla al telón de verdad, ese pesado y ancho que lo tapa todo en los “escenarios de verdad” de los “teatros de verdad”. ¿Cuánta verdad hay en “la verdad” que nos venden? Además, Esta canción es una comedia musical que dice estructurarse sobre una sola canción engordada y compuesta de muchas. Pero fundamentalmente, es una obra que en lugar de mantener los límites convencionales del teatro decide poner el teatro en la calle, hacer de la vereda un escenario sobre el que cantarle las cuarenta a todo pulmón a les transeúntes que pasean distraídes por Juan Ramírez de Velazco.
¿Cómo sacudir una realidad que parece anestesiada? Es una pregunta que parece recurrente en las producciones de Tarrío, que además viene trabajando con el lenguaje musical desde otros ángulos. Esta vez la respuesta viene en clave de canción y vuelve a ir por el lado del extrañamiento como arma frente a una mirada inconmovible. La obra tiene sí las voces brillantes, las lentejuelas de colores, el infaltable piano y pasos coreografiados que producen desplazamientos suaves, como si se tratara de un mundo en el que todo fluye por más pesado que sea, como sucede con el piano y sus ruedas. Pero no nos confundamos, Esta canción se trata de una crítica corrosiva de mirada aguda a toda una serie de cuestiones político-culturales que son en sí mismas un show al que las masas parecen creerle sin cuestionamientos. Risa va, risa viene, Esta canción es la que ya conocemos todos. Una verdad grande como una montaña, pero que sólo algunos parecen dispuestos a escuchar, a no invisibilizar. Esta canción propone un viaje lleno de humor a la cima de la montaña, una escaleta vocal para decantar la posta en tono music hall y lamparitas de camarín.
Ficha técnico artística
Dirección: Virginia Leanza, Gustavo Tarrío
Dirección musical: Guadalupe Otheguy, Gustavo Tarrío, Pablo Viotti
Cantantes: Andres Granier, Guadalupe Otheguy, Gustavo Tarrío
Artistas invitados: Paula Beovide, Diego Velázquez
Músicos: Pablo Viotti
Vestuario: Paola Delgado
Escenografía: Marianela Fasce
Iluminación: Valeria Junquera
Diseño De Objetos Lumínicos: Valeria Junquera
Canciones: Gustavo Tarrío, Pablo Viotti
Operación de luces: Gustavo Lista
Operación de sonido: Aníbal Tonianez
Fotografía: Laura Ortego
Diseño gráfico: Nicolás Galanzino
Asistencia de iluminación: Javiera Pez Eyzaguirre, Pedro Piana
Asistencia De Producción: Anahí Alonso, Mariana Grondona
Asistencia de dirección: Catalina Ducos
Arreglos musicales: Guadalupe Otheguy, Gustavo Tarrío, Pablo Viotti
Producción: Alejandra Menalled, Laura Palermo