La ópera prima de María Lucila Quarleri es un balance perfecto entre una gran potencia narrativa y una delicada y bella poética. Una obra gestada íntegramente por mujeres que habla de íconos y roles. En escena, una mujer encarna papeles contradictorios que por momentos parecen ser la misma cosa y en esa dualidad, su mensaje.
La mujer se autodenomina “dama de beneficencia”, una de esas que tiene una empleada doméstica sin la cual no puede vivir. Pudiente, burguesa, aristócrata, oligarca; la podríamos marcar con cualquier de esas etiquetas sin temor a equivocarnos si no fuera porque cuando la luz le pega de frente, la sombra que proyecta es, irrevocablemente, la de Eva Perón. Y esto no es sólo porque el rodete traza esa emblemática figura, sino porque es, ante todo, una mujer que dice lo que piensa. Que una sea conservadora y la otra, la Santa Patrona de los Descamisados es, justamente, el concepto mismo que nos llega de la obra.
Es que si partimos de la base de que una mujer que manifiesta sus ideas, por más retrógradas que sean, constituye un acto feminista, tal vez podamos entender por qué esta mujer de clase alta termina personificando la esencia del ícono más radicalmente opuesto a ella. Entre la esquizofrenia y la dualidad inherente a cualquier ser humano, despotrica contra el feminismo y plantea una dicotomía hermosa: en su discurso de relegar a la mujer a un segundo plano, de instarla a que no vote y a que no sea protagonista de la historia; se convierte irreversiblemente en alguien que declama sus convicciones y, por ende, se empodera. Esa mutación desde la cheta que sólo usa el transporte público una vez por año, a quien fue la Líder Espiritual de la Nación es inevitable; nace de un asco y una envidia reprimida de la primera hacia a la segunda, de la fascinación con una otra tan diferente, pero tan parecida al mismo tiempo.
La puesta, mínima, le da a Maia Lancioni la estructura justa para llevar el ritmo de la obra con una actuación precisa y contundente. María Lucila Quarleri no sólo aporta bases sólidas con un texto fuerte y sutil a la vez, sino que también ejerce una dirección exacta y responsable. Si esta es la ópera prima, ganas de sobra nos da esperar todo lo que venga después.
Ficha técnico artística
Dirección: Maria Lucila Quarleri
Dramaturgia: Maria Lucila Quarleri
Actuación: Maia Lancioni
Vestuario: Maricel Aguirre
Escenografía: Maricel Aguirre
Iluminación: Lucía Feijoó
Fotografía: Hersilia Alvarez
Diseño gráfico: Estefanía Borges
Prensa: Marina Kryzczuk
Producción: Marina Kryzczuk, Natalia Carmen Casielles
Supervisión de Dramaturgia: Maruja Bustamante, Camila Mansilla, Eugenia Pérez Tomas