Reseña
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Aquí estamos, como todos los años, en la Copa SADyV, un torneo de fútbol en el que compiten Munro y Floresta, las sucursales de una misma empresa de seguros que este año se juega algo más que una estatuilla de metal. Resulta que una crisis está golpeando a SADyV y la salida sería fusionarse con Center Salud, una empresa de salud privada. La sucursal que gane será parte del nuevo rumbo y la que no, quedará cerrada para siempre.

En este partidito (que de pequeño no tiene nada) se dirime cada puesto de trabajo y esto hace que la competencia sea feroz. Los minutos pasan dentro de una cancha que se vuelve escenario de una explotación laboral. Las chicanas y los festejos por cada gol representan el clima laboral de profunda rivalidad que se vive en SADyV y que está fogoneado por los mismos empleadores quienes esconden el enfrentamiento entre trabajadores debajo del famoso “ponerse la camiseta de la empresa”.

Un pitido detiene de pronto el partido y es ahí donde se expande el juego ante nuestros ojos. Vemos cómo la competencia y la desigualdad entre empleados y empleadores es moneda corriente en esta empresa, incluso durante la pandemia en donde la virtualidad exacerba la división y las oposiciones entre ellos. El paralelismo que efectúa la obra entre una empresa y un club de fútbol es total, lo que nos hace repensarnos en nuestras prácticas laborales y en cuánto se parecen a una competencia sin escrúpulos. Todo parece ser alianzas entre líderes y arreglos internos que poco buscan solucionar las pésimas condiciones laborales de los trabajadores de cada sucursal.

Las detenciones del juego también nos muestran a los empleados descubriendo la violencia encubierta de la empresa en forma de juego y buscando la manera de dar vuelta el verdadero partido: trabajadores vs. Empresa.

Nuestra mirada toma un valor excesivo dentro de la cancha ya que no somos un público cualquiera sino que nos asignan el rol de los futuros inversores. Ambos equipos juegan para nosotros y nos dedican goles, nos hablan de las virtudes de su sucursal y algunas veces, nos piden reemplazar en la cancha a algún trabajador que se acaba de lesionar o que no está dejando todo por su equipo. Sin darnos cuenta, vamos entrando en la lógica del poder arbitrando el partido y, por lo tanto, el futuro laboral de estas personas.

La exigencia en el ámbito laboral y dentro de la cancha es total. El capital de los trabajadores es el aguante dentro del juego. En esta empresa se habla en el lenguaje de la victoria o de la derrota, pero la revancha de los trabajadores se dará por el lado del deseo.

Ante el “divide y reinarás” que les propone el poder, los trabajadores se organizan bajo el lema “la unión hace la fuerza” y se dan cuenta que aquella cancha que cada año los enfrenta, puede ser la revolución que estaban necesitando.

“Lucho para poder ver el mundo sin verme a mí adentro” dice uno de ellos para intentar un quiebre en la comedia y en la ficción que nos haga considerar un nuevo mundo posible, alejado de las lógicas de la competencia y más cercano a la colaboración; un mundo en donde el deseo gane por goleada.

Ficha técnico artística

Dirección: Tamara Dawidowicz

Dramaturgia: Tamara Dawidowicz

Intérpretes: Natalia Andrea Badgen, Cris Bernal Niño, Magdalena Brignolo, Luciano Farías, Nela Fortunato, Montserrat Godia, Leandro Guglielmone, Martina Kobrinsky, Guillermo Robledo, Brenda Taubin, Juan Ignacio Ugüet

Movimiento: Santiago Piva

Diseño de vestuario: Mariano Salvador Castillo

Audiovisuales: Fermín Kalesnik Vissio

Diseño gráfico: Leandro Obregón

Asistencia de dirección: Santiago Piva

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