Es casi imposible no sentirse identificado con El Padre. La historia de una familia intentando mantenerse a flote sobre una tormenta que inunda la mente de su progenitor. Una hija aferrandose de cualquier manera para no caer en la cuenta de que su padre está por naufragar. Un relato sobre un ciclo de vida que concluye, y los coletazos que trae a su alrededor.
Daniel Veronese ha demostrado con creces que es capaz de retratar nuestras tragedias modernas de manera simple, profunda e impactante. Justamente, la gran sensibilidad de esta puesta es la de indagar en temas tan penosos como la demencia senil y la muerte, sin caer en golpes bajos sino a través de una poética emotiva, movilizante y con un afilado sentido del humor. Gran parte de esta misión la lleva encomendada la gran actuación de Pepe Soriano.
Que Pepe Soriano es un gran actor, chocolate por la noticia. Pero a sus 86 años y con más de 50 sobre las tablas, ostenta una vitalidad admirable que lo establece en una categoría catedrática del arte dramático, por antigüedad y reconocimiento. Lo peculiar es que él mismo se encarga de traspasar cualquier lugar común o cómodo que podría tener con tanto oficio. Parece actuar como si fuera su primera obra, con la capacidad de asombro y apertura de un niño exaltado por subirse a un escenario. Se lo ve en un punto culmine de su vida, donde se ha vuelto capaz de interpretar con tanto entusiasmo, maleabilidad y entrega a su personaje, que su sola presencia abre un mundo. Esta obra también habla de él como actor, de ese lugar tan poético al que llegó con su trayectoria.
Pepe es Andrés, padre de Ana e ingeniero retirado que mantiene su encanto jovial y una retórica envidiable. Sin embargo, a medida que avanza la historia, se generan más dudas que certezas y todo empieza a embrollarse en un tren interminable de confusiones ocasionadas por la enfermedad que lo arrastra.
Conociendo el talento como director de Veronese, no es de sorprenderse que la puesta acompañe visiblemente lo que ocurre en la mente de Andrés. Un juego frenético de personajes, una calesita de actores representando porciones de la historia dejan al espectador en un offside constante preguntándose cuál será la verdadera versión de los hechos. Hasta la propia escenografía nos llena de interrogantes que de a poco se irán disolviendo como el mundo de Andrés, confundiendo las coordenadas y desorientándonos a su lado. Impecable trabajo de Tito Erguza en el diseño escenográfico.
Un nuevo golazo de Veronese que logra que sus puestas sean tan expresivas como las actuaciones que dirige. En combinación con el despliegue de Pepe Soriano y un gran elenco que lo acompaña –Carola Reyna está a punto caramelo-, El Padre se destaca en la calle Corrientes por su sensibilidad profunda y sincera. Y dicen que un barco con esas velas, nunca naufraga.
Ficha técnico artística
Dirección: Daniel Veronese
Autoría: Florian Zeller
Versión: Federico González Del Pino, Fernando Masllorens
Actuación: Fabián Arenillas, Marina Bellati, Gabo Correa, Carola Reyna, Pepe Soriano, Magela Zanotta
Escenografía: Tito Erguza
Iluminación: Eli Sirlin
Vestuario: Laura Singh
Sonido: Jerónimo Pujal
Musicalización: Daniel Veronese
Asistencia de dirección: Miguel Kot
Asistencia general: Marcia Rivas, Julia Rosado
Producción: Eloisa Canton, Bruno Pedemonti
Producción ejecutiva: Belen Romano
Producción comercial: Hernán Zeballos
Productores asociados: Carlos Rottemberg, Tomás Rottemberg
Prensa: SMW
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