Últimas cuatro funciones para la Prueba VII: El Hipervínculo. La última entrega, la recién salida: la primera en el San Martín (antes en el Sarmiento, haciendo retrospectivas de las Pruebas anteriores) con la epopeya de navegar sobre ríos de contemporaneidad, escupir críticas incómodas y regalar el tan difícil impulso de aplaudir desde las vísceras. El Proyecto Pruebas supo posicionarse como referente y faro de la investigación escénica. Matias Feldman es su creador, pianista, actor y dramaturgo y busca en la continuidad de elencos y enfoques, producir creaciones menos mercantiles, más dueñas de sus propias lógicas y propósitos. El resultado es una fidelidad casi potterica ante cada nuevo estreno, la inevitabilidad de verlo como a un nuevo clásico y la aparición de una nueva trinchera para resistirle al lugar común (con toda la carga peyorativa que se le puede inyectar a la palabra “común”).
Esto no es común. La posibilidad de experimentar, sin aburrir. Dar de comer a las fantasías disruptivas de cualquier artista y a su vez entretener, conservar espectacularidad. Hay 30 actores en escena y más de 150 cambios de vestuario, las escenografías son perfectas burbujas: por allá una ventana espacial, de abajo sale un living cool, atrás un cuadro de Rembrandt, un velorio y apiladas al fondo una pirámide de sillas. Experimentación frenética y colosal, pero legible. Será la dirección coral, el despliegue visual o el entendimiento actoral: aunque la linealidad se nos escurra, hay un anclaje, hay un magnetismo y un “querer más” del universo que Feldman orquesta frente a los espectadores.
Sin respiro. Emulando el bombardeo mediático y el vértigo digital, la obra se presenta como sucesión de escenas cortas. Varias ocurren en simultaneo, otras se congelan. Un personaje de una entra de sopetón en otra. La sorpresa no opera sólo desde el devenir de momentos insólitos, sino también desde un modo de dirigir la escena que es, sin dudas, sorpresivo. Lo que parecía una comedia de living muta en monstruosa repetición de textos críticos a la clase media. Si Walter Benjamin está sentado, tranquilo, escribiendo a pluma, puede romper y pasar a la danza. Si los personajes de La Lección de Anatomía se aburren de la lección pueden bajar a la escena simultánea y tomarse una birra.
Conclusiones de pruebas anteriores, se asoman. Como si el Proyecto Pruebas fuera un proyecto de muñecas rusas, una acumulación de informaciones y encares escénicos que fermenta y germina. Hay un entendimiento del Ritmo (Prueba V) que emerge y cohesiona. Hay, de nuevo, una disputa, una lectura irónica, una puja con el realismo y sus implicancias políticas (La Convención, La Desintegración). Hay nociones del espectador indagadas en la Prueba I y puestas al servicio de la Prueba VII. Y hay, ante todo, una danza con el riesgo. La posibilidad de jugar a un teatro riesgoso.
El hipervínculo se desliza por los bordes del link. Un teatro que surfea las olas de la conectividad de internet. Es 2.0. Se nutre de las nuevas formas de decodificar mensajes que las redes proponen. El bombardeo, el devenir de pestañas, links, clicks, la big data. La infinidad de informaciones y la finitud de compresiones en torno a lo que se nos presenta como deidad, ese lenguaje digital imperante y gobernante, cortina de humo y espiral del silencio, ese que dice cómo vivir y hasta que conexiones neuronales hacer. Entender la propuesta es tener una cabeza suficientemente entrenada (o dañada) como para poder decodificar lo inconexo.
Breve bitácora para entender de qué va el Proyecto Pruebas:
- Prueba I, El espectador: El encuentro entre la obra y el espectador es como el contacto de la manzana con el paladar: el gusto está en el encuentro, no en la manzana en sí. El gustito teatral nace del roce entre público e intérpretes. De ahí una puesta con mucha cercanía espacial con los espectadores, una toma de consciencia de que estaban ahí y una indagación sobre su presencia.
- Prueba II, La desintegración: Un atentado al realismo burgués. O el realismo por default. La obra busca desnudar esa inevitabilidad de entender las convenciones que el realismo tiene preparadas para nosotros: nadie da la espalda al público, todos esperan el pie del compañero para empezar a hablar. Una forma de denunciar lo imperante del mainstream audiovisual, el triunfo de la representación realista y las formas de leer el lenguaje teatral.
- Prueba III, Las Convenciones: La más fiel a una “obra de teatro”. Juega con los contratos que la obra hace con el espectador. Pero un personaje no los entiende, no entiende el apagón, ni las elipsis, ni los monólogos a público ni los personajes invisibles. “Recién se cortó la luz”, “recién se cambiaron allá atrás”.
- Prueba IV, El tiempo: Se indaga sobre el tiempo congelado, sobre la necesidad de ser selfie, eternizarnos en un megabyte y pasar a ser “una realidad construida por motones de instantes monstruosos” (dice Feldman).
- Prueba V, El Ritmo: Simultaneidad, coincidencia, grupalidad, repetición. Elementos que aparecen en otras pruebas, son trabajadas al servicio del ritmo, el único impulso que no cesa. Necesario, fundacional, inevitable. Indagación escénica en torno a la rítmica.
- Prueba VI, La rima: Aún sin estrenar, sigue en construcción desde lo independiente.
- Prueba VII, El Hipervínculo: ¿Se podrá narrar de forma no aristotélica sino hipervincular?
Ficha técnico artística
Dirección: Matías Feldman
Dramaturgia: Matías Feldman
Dramaturgista: Juan Francisco Dasso
Intérpretes: Mara Bestelli, Delfina Dotti, Eddy García, Paco Gorriz, Walter Jakob, Javier Lorenzo, Vanesa Maja, Ariel Pérez de María, Paula Pihchersky, Claudio Rangnau, Valentino Alonso, Martín Bertani, Pablo Brignoccoli, Gonzalo Carmona, Nicolás Gerardi, Augusto Ghirardelli, Juan Jiménez, Lucila Kesseler, Lina Lasso, Glenda Maislin, Agostina Maldino, Dora Mils, Aldana Nasello, Julieta Raponi, Pilar Rozas, Néstor Segade, Norberto Simone
Escenografía: Cecilia Zuvialde
Vestuario: Lara Sol Gaudini
Iluminación: Alejandro Le Roux
Diseño sonoro: Nicolás Varchausky
Diseño De Sonido: Simón Pérez
Video: Alejandro Chaskielberg
Meritorio de Asistencia De Dirección: Valentina Durante
Meritorios vestuario: Marcos DI Liscia, Inés Zysman
Meritorios escenografía: Sofía Davies, Lara Maria Treglia
Asistencia artística: Juan Francisco Reato
Asistencia de escenografía: Agustina Filipini
Asistencia de iluminación: Verónica Lanza
Asistencia de Producción: Tamara Belenky
Asistencia de Vestuario: Ailen Zoe Monzón
Producción: Melisa Santoro
Sala: Teatro Municipal General San Martín. Corrientes 1530