“El médico me dijo que si no me operaba, corría el riesgo de morirme. En cambio, en el caso de operarme, solamente me arriesgaba a no salir con vida de la operación. Parecieran palabras de mago”, reflexiona el protagonista al principio de la obra. En la simpática comedia mágica de Osqui Guzmán, un mago desdoblado en tres nos hace parte del último día de su vida, que transcurre bajo los delirantes efectos de la anestesia de una operación.
Mientras recorre el túnel final que lo separa de la muerte, las alegrías, frustraciones y deseos incumplidos de su oficio se le presentan tan nítidos y reales como en la vida misma. Altas dosis de su cotidianidad cachetearán a este laburante de la magia en secuencias excelentemente logradas, en las que los actores son tres pero uno a la vez.
Marcelo Goodar, Pablo Kusnetzoff y Emanuel Zaldua nos hacen reír, mientras nos maravillan con fantásticos trucos (“Decí efecto, no truco. Si no, estás dando a entender que hay una trampa”, le aconseja el eco de la voz de su querida Helena) que logran robarle más de un “¡guau!” al público. Y el hilo conductor de la obra, alejado por completo de la lógica, es justamente esa ilusión a la que hasta el espectador más escéptico se abandona, víctima del marco de ficción que brinda el teatro.
Danzando entre lo hermoso y lo patético, El Centésimo Mono nos divierte -¡y cuánto!-, nos atrapa por completo y nos conmueve con un final de una poesía sorprendente que nos dejará sumidos en un estado de liviandad y fantasía por el resto de la noche.
Ficha técnico artística
Dirección y dramaturgia: Osqui Guzmán
Actuación: Marcelo Goobar, Pablo Kusnetzoff, Emanuel Zaldua
Asistencia de dirección: Juan Manuel Wolcoff
Diseño de escenografía y vestuario: Gabriela A. Fernandez
Asistencia de escenografía y vestuario: Estefanía Bonessa
Realización de vestuario: Patricio Delgado
Realización de escenografía: Miguel Yanson
Iluminación: Adrián Cintioli
Música: Tomás Rodriguez
Prensa: Debora Lachter
Producción ejecutiva: Suky Martínez