El diccionario de la Real Academia Española define “bululú” como “comediante que representaba obras él solo, mudando la voz según la condición de los personajes que interpretaba”. El mismo diccionario define el adjetivo “perfecto” como algo “que tiene el mayor grado posible de excelencia”. Nosotros en Farsa Mag definimos un “bululú perfecto” con fotos de Osqui Guzmán, porque las imágenes valen más que mil palabras.
El Bululú. Antología endiablada está, como su personaje y como todos nosotros, hecha de retazos. La obra transita dos planos paralelos: la historia de su protagonista y las historias que cuenta él mismo. Por un lado escuchamos la vida de uno que, ¿por confusión?, terminó siendo actor, y por el otro escuchamos todas las historias que ese actor representa para nosotros. Lado a lado veremos a los padres de ese que está en el escenario, de sangre boliviana que todavía reclama el oro robado por la corona española, y a los personajes que encarna, sacados del siglo de oro español. Contradicciones así hacen la coherencia interna de todas las personas. Contradicciones como pasar de reírnos de ver a uno intentar convencer a una muchacha de las ventajas de ser fea, a enterarnos con tristeza de la muerte de Antonio Torres Heredia, camborio de dura crin, como la contó Federico García Lorca.
Los textos rimados de una época tan puntual y particular del teatro hablado en español pueden parecer extraños o fuera de lo habitual, pero si no caen en el ridículo de lo anticuado es únicamente porque hay alguien que los hace vigentes al hacerlos carne y darles vida. Sería justo decir que a semejante belleza de textos la acompaña un talento escénico de igual calibre. O dicho en criollo, Osqui la descose. La gasta, la rompe, da cátedra, deslumbra, apabulla, humilla, es el dueño absoluto del escenario y hace lo que quiere. Tanto en su dominio del texto, del ritmo y del escenario como de su propio cuerpo y voz. Traducido de nuevo al criollo, no sólo entiende completamente lo que interpreta, sino que lo interpreta impecablemente y lo interpreta de tal manera que uno quiere que siga interpretándolo por tiempo indefinido. Osqui alcanza eso que la mayoría de los actores sólo sueñan o planean en teoría: que el espectador compre, sin dudar un momento, que eso que está viendo es real. Existe, entre los especímenes que participan de ese oficio de la vida que es actuar, el dicho de que el actor lleva el escenario en las suelas de sus zapatos. No podemos poner las manos en el fuego por todos los actores, pero esto definitivamente aplica a los zapatos de Osqui.
Por último, en hay algo en El Bululú que sólo se puede definir como casi erótico: cuando uno ve la obra, aparte de ver la obra, está viendo a alguien que está haciendo algo hermoso y lo está disfrutando, y es imposible no contagiarse, no disfrutar a través del otro, no sentir que además de ver una ficción, uno vio una realidad, etérea e incuestionable, que no sólo merece la gran ovación al terminar la función, sino también una pequeña ovación cada vez que se recuerde. La Real Academia Española no tiene un término para etiquetar esa sensación, pero, por suerte, Farsa Mag sí: Imperdible.
Si la vida de verdad está hecha de retazos, de cosas cortadas y cosidas, es seguro que una vida que incluye entre sus retazos haber visto El Bululú. Antología endiablada es ya de por sí una vida bastante buena.
Ficha técnico artística
Autoría: Osqui Guzman, Leticia Gonzalez De Lellis
Actuación: Osqui Guzman
Vestuario: Gabriela A. Fernández
Iluminación: Adrián Cintioli
Música original: Javier Lopez Del Carril
Asesoramiento dramatúrgico: Mauricio Kartun
Asistencia de dirección: Leticia Gonzalez De Lellis
Producción: Leticia Gonzalez De Lellis
Coreografía: Pablo Rotemberg
Este espectáculo formó parte de los siguinetes eventos: Azul soy Quixote: IV Edición del Festival Cervantino, Teatro x la identidad 2011