Maruja Bustamante trae el grotesco criollo al siglo XXI de una forma impecable. Hoy, como hace un siglo, los inmigrantes tienen que lidiar con una realidad problemática; Armando Discépolo nos hablaba de los conventillos de principio del siglo XX y Maruja nos muestra departamentos en los que se subalquilan habitaciones en el nuevo milenio. Con un guión impecable y actores dignos de un aplauso de pie, Discépolo: Las Casas expone la vida de los inmigrantes en Argentina a través del humor.
Desde el año 2014, en el Centro Cultural San Martín se realiza el Ciclo Invocaciones: directores de teatro de Buenos Aires que entran en diálogo con referentes del teatro del siglo XX. Este 2019 se estrenan dos nuevas obras y en una de ellas Maruja Bustamante invoca a Armando Discépolo.
El autor argentino creó un estilo propio que se afianzó como un género muy nuestro durante el siglo pasado: el grotesco criollo. Utilizó la risa para mostrar la cruda realidad de los inmigrantes de su época, mucho pesimismo de la mano de personajes divertidos pero con una historia de opresión social, que hacían reír hacinados en un conventillo, ahogados por la pobreza.
En la obra de Maruja Bustamante, Adriano es un argentino que vive en un PH que pertenece a su madre y alquila las habitaciones a inmigrantes de distintos países y con historias diversas. Debe dinero y aprieta a los inquilinos, bajo la amenaza de desalojo. Cuesta llegar a fin de mes, pero entre todos hay un cariño casi familiar y se busca la forma de salir de adelante (trabajos poco convencionales y negocios ilegales de por medio).
Los personajes son desopilantes: una francesa becada para investigar, una venezolana obsesionada con su cuerpo, un paraguayo performer, una costarricense escort con traumas de la infancia, una uruguaya que trabaja para una aplicación de delivery. Mucho estereotipo divertido, pero respetuoso. Entre todos, se arma una especie de familia de desarraigados que en cualquier momento podrían separarse para siempre.
El humor es el componente principal de la obra, como buena invocación discepoliana, que llega a través de diálogos e imágenes inteligentes que provocan estallidos de carcajadas. De a momentos, también, se filtra la dura realidad: monólogos en los que la nostalgia, la soledad, la impotencia, la familia dividida, el amor que no llega y hasta el recuerdo de un abuso entran en escena.
Los actores encarnan de forma impecable cada uno de los personajes, que fueron meticulosamente construidos. Cada nacionalidad tiene un acento, una vestimenta, una forma de ver la vida, y todas ellas se conjugan de forma orgánica. Maruja Bustamante se luce en el Centro Cultural San Martín, con un PH porteño en el que conviven estos personajes y lo más insólito puede pasar. Discépolo: Las Casas no tiene desperdicio.
Ficha técnico artística
Dramaturgia y dirección: Maruja Bustamante
Actuación: Fernando Gonet, Yanina Gruden, Bárbara Massó, Alfredo Staffolani, Paula Staffolani y Belén Gatti.
Asistente de dirección: Valentina Durante
Dramaturgista: Marina Jurberg
Vestuario: Gustavo Alderete para “La polilla vestuario”
Iluminación: Sebastián Evangelista
Audios: Marilú Marini y Helena Tritek
Escenografía: Víctor Salvatore
Producción: Valeria Casielles
Fotografía: Lau Castro