El objetivo de una fotografía es congelar un segmento del presente para que después podamos enmarcarlo y decir: “mirá, qué felices éramos”, por más que abajo de la pose, del juntarse para que entremos todos y del “una con flash y ahora otra sin” haya otra cosa.
Y el que saca la foto dice “digan whisky” porque nos fuerza a poner una cara. Pronunciar esas consonantes y vocales obliga a simular una sonrisa. Aunque sea sólo en la superficie. Decir whisky es entonces la careteada impune de sonreír para que en la foto, en eso que va a durar, sólo salga lo bueno. Si hay miseria que no se note. Si tenemos sentimientos que no aparezcan. Si estamos vivos que nadie se entere. Digan whisky es también, por suerte, una bella puesta en jaque a la representación del estereotipo de familia clase media argentina que logra, con arte y oficio, mostrar qué late abajo del padre profesional, la madre ama de casa y la hija adolescente con uniforme de escuela privada.
Gastón Cocchiarale debuta como director y dramaturgo con una pieza simple en su estructura, compleja en su desarrollo y bella en su ejecución. Lo que los dramaturgos de la Rusia pre-comunista denominaban “un golazo”. Esta historia de familia tipo logra, gracias a un texto sólido, una dirección acertada y buenas actuaciones, que el espectador descubra la verdadera profundidad de estereotipos aparentemente unidimensionales.
Diego, Andrea y Malena son esa familia que todos tenemos de vista, sobre la que tenemos miles de opiniones y ninguna idea de lo que les pasa por dentro. Juntos, son ese tenso intento de sonrisa sintética para la foto, pero por separado son el momento en que el flash de la cámara ya pasó y hay que ponerse a limpiar después de la fiesta, algo más crudo, más vivo, más verídico y verosímil. Como todos, quieren, dudan, temen, rompen, hieren, aman. Y también como todos, a veces no saben qué hacer con eso.
Si teníamos un debut, tengamos dos: Tamara Liberati hace el suyo con la frente en alto, a mucha honra y sin nada que envidiarle a nadie. Si su interpretación de la adolescente de chomba y pollera escocesa resulta familiar es porque da en la tecla con esa chica/concepto que todos reconocemos apenas la vemos. Dicho esto, cuando le toca emocionar hace vibrar una cuerda muy profunda y muy precisa que demuele cualquier prejuicio de soez preexistente contra su personaje. Si este es el comienzo de esta yunta, queremos quedarnos a ver lo que sigue.
Digan whisky es una mirada a una familia y, como suele suceder en el teatro, a todas las familias. Una serie de capturas de diferentes momentos en la vida de estos individuos y de la unidad que juntos conforman. Por momentos simulando una sonrisa, por momentos sin la careta. Una imagen con tanta definición que nos permite ver más allá de lo que tenemos enfrente. No es difícil mirar esta foto y encontrarnos a nosotros mismos en alguna parte de la composición, si miramos con ganas. Si al salir de la obra nos sacan una foto, no habría que intentar fingir nada: la emoción ya está ahí.
Ficha técnico artística
Dramaturgia y dirección: Gastón Cocchiarale
Actuación: Tamara Liberati, Luciana Lamota, Mariano Ulanovsky, Maria Laura Rolle, Juan Pablo Kexel, Pamela Garegnani
Asistencia de dirección: Camila Rabinovich
Escenografía: Ileana Vallejos
Iluminación: Jorge Ferro
Fotografía y audiovisuales: Nicolás Dominikow
Diseño Gráfico: Juan Manuel Docampo
Producción: Luciana Lamota y Gastón Cocchiarale
EL MÉTODO KAIRÓS TEATRO
Reservas 4831-9663
Duración 70 minutos