Si te querés reír sin parar en una montaña rusa de neurosis y desesperación, Carcajada Salvaje es tu obra. Ya sabiendo que están Verónica Llinás y Darío Barassi una se pregunta ¿con qué me van a sorprender? Porque el carisma y dominio de la comedia que ambos manejan, ya es festejada desde hace bastante.

Al salir de ver la obra me di cuenta de lo mucho que me había identificado con los personajes, si bien lo bizarro de su construcción te genere distancia apenas los ves. Eso es una gran satisfacción ya que la historia superó ampliamente mis expectativas. Propone otra mirada sobre los conflictos existenciales que todos tenemos, y la interpretación de Llinás y Barassi le da en el clavo para generar empatía con el público y hacerlos partícipes de sus angustias.

En un escenario dividido y funcional a cada personaje, este entramado de historias se sucede, con una constante carcajada del público que opera de fondo musical. Verónica compone desde el cuerpo, poniéndolo al servicio de su personaje minuto a minuto. Es imposible dejar de mirarla y complotarse con ella (se abre de piernas, chicos!!!). Darío tiene una presencia y una voz tan potente que se llena todo el teatro con su expresividad. Nos presenta un personaje tan inseguro e histérico, como tierno. Lo amás.

La relación entre estos (¿neuróticos?) personajes nos recuerdan cuántos conflictos padece el ser humano y cómo cada uno decide (puede) transitarlo y comunicarlo. Las luces de neón y la puesta kitsch acompañan las risas y la reflexión hasta el final, que no vas a querer que llegue nunca.

Esta obra, del autor contemporáneo Christopher Durang, ya se estrenó en Nueva York y Madrid. La genial dirección de esta versión porteña está a cargo de Corina Fiorillo. No te pierdas de soltar una carcajada salvaje en el teatro Multitabarís, que por estos días es tan necesario!