Con el ojo puesto en el procedimiento, Brecht de Walter Jakob y Agustín Mendilaharzu logra un ritmo propio que nos envuelve desde el humor y nos golpea desde sus quiebres. Por acá, algunas recomendaciones antes de meterse a esta máquina teatral.
El comienzo es por su revés. Un detrás de escena caótico de actores y actrices alborotados. Su productor acaba de contarles que no pueden salir a escena con su versión de “western bechtiano” porque los derechos de la obra de Bertolt Brecht corresponden a sus herederos y entre el público hay inspectores que verificarán cada detalle de la propuesta. Pero “Brecht es del pueblo loco” y rápidamente alteran las escenas, cambian algunos elementos y dan vuelta esas siluetas de escenografía invertida (ahora ya originales dispositivos escénicos) para abrir la función.
Si en el texto original de El círculo de tiza caucasiano el autor alemán se pregunta por la pertenencia de la tierra (si es de quien la hereda o de quien la trabaja) acá Jakob y Mendilaharzu cambian el objeto de la pregunta y cuestionan la propiedad de los argumentos. Así, apropiándose del procedimiento brechtiano fundamental de la reescritura, los autores configuran esta versión para el Ciclo Invocaciones del Centro Cultural San Martín donde directores de la escena porteña entran en diálogo con la producción teórica de figuras emblemáticas del siglo XX.
Sobre el escenario, un despliegue intenso de idas y vueltas bajo el ritmo propio de la disrupción. Y en ese pacto ficcional que permanentemente se va quebrando, la obra nos deja la distancia justa que necesita para ser comprendida. Entonces las escenas se suceden con precisión para dejarnos, a la par de los argumentos, su propio procedimiento develado y desde allí criticar ciertas convenciones sociales. “¿Y por qué yo tengo que hacer de sirvienta y ella siempre de ama?” pregunta que resuena entre uno de los conflictos desarmados sobre el escenario, pregunta que apunta, distancia propuesta mediante, a la lógica impuesta que fija los roles en una sociedad de clase.
Y en este desarme, los mecanismos son precisos: las actuaciones que con toda claridad logran llevar bien arriba este vaivén caótico, la música en vivo que se va armando a la par de las escenas y los dispositivos escénicos que ordenan y delimitan entre sus movimientos plásticos todos estos argumentos sobre la tierra del western. La máquina teatral está en marcha, no nos queda otra que dejarnos caer en este doble movimiento de absorción y expulsión.
Ficha técnico artística
Dirección y dramaturgia: Walter Jakob, Agustín Mendilaharzu
Actuación: Juan Barberini, Fernanda Bercovich, Vanesa Maja, Horacio Marassi, Paula Pichersky, Marcelo Pozzi, Pablo Seijo, Daniel Tur, Gabriel Zayat
Curaduría: Mercedes Halfon
Dramaturgista: Gabriel Zayat
Música original: Gabriel Chowjnik
Músicos: Gabriel Chowjnik, Fito Reynals
Diseño de escenografía: Ariel Vaccaro
Realización de escenografia: Ariel Vaccaro
Vestuario: María Emilia Tambutti
Iluminación: Eduardo Pérez Winter
Operación de luces: Eduardo Pérez Winter
Asistencia de iluminación: Mauro Gianera
Asistencia de dirección: Gabriel Zayat
Producción ejecutiva: Gabriel Zayat
Producción: Carolina Martin Ferro
Este espectáculo formó parte del evento: Ciclo invocaciones
EL CULTURAL SAN MARTIN
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