“Una empresa privada tiene que dar beneficios y esta estación no sirve ni para pagar un sueldo”

Una estación de tren abandonada, en un pueblo gris de infancia, a punto de ser nacionalizada durante el primer peronismo. Tres personajes se funden en ese paisaje desolado hasta volverse fantasmas. Lidia -la boletera-, Fortunato -el guarda-  y el Rusito -el peón niño siempre con frío, siempre desabrigado- esperan la felicidad, la llegada del nuevo jefe de estación. Stefan, el alemán, tiene otros planes: cerrar la última estación del ramal de la Argentine Pacific Railways como quien corta una cuerda desflecada.

Con una estética a lo Tim Burton, el director Luis Romero –el mismo del musical Casi normales – creó estos personajes esperpentos. Seres incomunicados que esperan trenes que no pasan, atrapados en su frustración. Hay nieve, humo, saltos, piruetas. Todo podría ser un recuerdo infantil espectral. Hay una búsqueda de “teatralidad” en este código distinto.

Hay trenes improductivos que se cierran pero también hay pichones que nacen en un nido escondido en un reloj. La metáfora de lo argentino corre en las vías de sus ferrocarriles.

 

Ficha técnico artística

Dirección: Luis Romero

Autoría: Pedro Gundesen

Actuación: Mimí Ardú, Alejandro Awada, Juan Lupi, Claudio Rissi

Asistencia de dirección: Vanesa Campanini

Escenografía: Marcelo Valiente

Vestuario: Vanesa Abramovich

Iluminación: Marco Pastorino

Música: Jerónimo Romero

Producción general: Gabriel Damian Gianola, Ana Riveros

 

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