Cada vez aparecen más creaciones nacidas y criadas en aislamiento. El miércoles 10 de junio se estrenó Amor de Cuarentena, una propuesta sonora y visual para celulares que dura dos semanas. En Farsa hicimos la experiencia escrita por Santiago Loza, dirigida por Guillermo Cacace, con la interpretación de Cecilia Roth, Leonardo Sbaraglia, Dolores Fonzi, Jorge Marrale y Camila Sosa Villada. Aquí la primera impresión de la experiencia día por día.
Día 1: Son casi las cinco de la tarde cuando me llega mensaje de whatsapp de un número desconocido. El texto pide que guarde el número como alguien que reaparece en mi vida. Pienso en esos momentos en los que me proponía no tropezar dos veces con la misma piedra y agendo como “No responder”.
Día 2: Estoy al sol cuando me llegan los mensajes… más temprano que ayer. Parece que también está mirando el sol y piensa en mí. Hace mucho que no nos vemos. Termino bailando en el patio.
Día 3: Pasa toda la mañana y toda la tarde. Nada. ¿Habrá fallado algo? Mientras cocino la cena veo que aparece el audio de No Responder. Cuantos paisajes y recuerdos. El audio supera los cuatro minutos. Me cuestan los mensajes largos pero lo escucho, quizás está medio bajón.
Día 4: Parece que le respondí el último mensaje porque está contenta. ¿Querrá volver? ¿O sólo es nostalgia? “Somos personas ambiciosas e insatisfechas, una combinación explosiva”, me recuerda que le dije. Me manda un video y me pide que lo musicalice. Creo que uno de Cerati va muy bien.
Día 5: Se acerca el invierno y baja la temperatura. Me recuerda que siempre le frotaba los pies para calentárselos. Debe estar sola. Me dice que le dije algo, pero no está segura si se lo dije o lo inventó porque uno edita los recuerdos. Estoy de acuerdo.
Día 6: Debe dormir hasta tarde porque siempre me manda mensajes con voz de dormida a la tarde o a la noche. Me la imagino tomando whisky y fumando puchos hasta cualquier hora. ¿Tendrá insomnio? Por momentos pienso que es una psicópata y en otros me da ternura. Me sigo preguntando si pasa la cuarentena sola mientras escucho Strange Fruit.
Día 7: Está “en línea”, pero no me escribe. De nuevo todo el día sin novedades hasta que llega la noche. Ya no sabe qué día es. En cuarentena todos los días parecen el mismo. Hoy hubo sol radiante. ¿Será por eso que se la escucha mejor? A veces me pregunto qué quiere. Si me lo va a decir de una vez por todas o no. Si va a pasar algo más…
Día 8: Me divierte cuando me manda canciones. No escucho el mensaje entero. Me resulta demasiado largo. Pero quizás es el único momento del día en que emite sonido. La entiendo. Hace mucho que estamos solos. A alguien le tenemos que hablar.
Día 9: Pide disculpas por ayer. No sabe que no lo escuché entero. Me da curiosidad así que termino de escucharlo. No era para tanto.
Día 10: Me llega su mensaje y estoy laburando así que no lo abro en el momento y después cuelgo.
Día 11: Me estaba maquillando para ir al trabajo cuando veo el mensaje de “No responder” y ahí me avivé que no había escuchado el del día anterior. Me manda una foto, pero ella no está. Me habla sobre naturaleza. Las que estamos en la ciudad tenemos abstinencia de verde.
Día 12: Se la escucha bien. Debe ser porque salió a la calle. El aire fresco se siente en su voz. Dice estar cerca. ¿Habrá pasado por mi puerta? Me dan muchas ganas de responder pero no se puede. Sería divertido poder responder. Entiendo que debe ser complejo, pero que ganas…
Día 13: ¿Cuánto tiempo habremos estado juntas? Por lo que cuenta siento que fue mucho, aunque quizás no fue tanto pero sí intenso. Ella es intensa.
Día 14: Se viene la despedida pero no estoy segura cuándo. Y en su voz se nota: hay reflexión, un balance de esta relación a distancia. Es verdad que estar cerca o lejos a veces no se mide en metros. Después de dos semanas ya es parte de mi cotidianidad… me da pena que se termine.