Carlos Moreno era platense, tenía 75 pirulos y fue quien supo darle esa pizca necesaria a cualquier personaje, sea un rol protagónico o aquellos de reparto. El pasado domingo por la mañana falleció a causa de un infarto en el Sanatorio de La Providencia, donde estaba internado. La comunidad artística está de luto.
Moreno formó parte de la escena argentina en todas sus facetas, su debut en cine fue en 1968, y le siguieron más de veinte películas. En la pantalla chica, se destacó en varias series y novelas, lo que le dio mucha visibilidad. Hasta el año pasado estuvo participando de Farsantes y anteriormente en El puntero, Cain y Abel, Los simuladores, Gasoleros, entre otra reintena de tiras y unitarios. Pero su nicho siempre fue el teatro, donde trabajó como actor y director en decenas de obras.
Comenzó su carrera en su ciudad natal, pero después se mudó a la Capital porteña para estudiar con grandes como Carlos Gandolfo, Augusto Fernandes, Agustín Alezzo y Hedy Crilla, quedando inmerso en un circuito teatral de mucho prestigio y alta calidad. Realizó varias obras en el Teatro San Martín y el Teatro Presidente Alvear, y fue dirigido por grandes como Augusto Fernandes, Jorge Petraglia, Carlos Gandolfo y Lito Cruz.
Como director de teatro, su trayectoria es vasta e incluye trabajos con figuras como Ricardo Darín, Soledad Silveyra, Ana María Picchio, Hector Bidonde, Fernan Mirás, Daniel Fanego, Gustavo Garzón y Manuel Callau, entro otros. Compartió las tablas en diversas obras con su mujer, la actriz Adriana Aizenberg, desde sus inicios allá por los años ’70.
La muerte de Moreno conmovió a la escena teatral porteña y platense, actores y cronistas de la prensa expresaron su dolor en los medios gráficos y las redes sociales.