Un grupo de peces se llama “cardumen“, un grupo de perros se llama “jauría” y un grupo de uno mismo se llama “esquizofrenia“, aunque puede que en catalán se llame “Non Solum“. Un hombre llega y allí se encuentra con un hombre y, mientras intentan descubrir quién es cada uno, llega un hombre, dos, tres, setenta y tres, mil, infinitos. Todos estos hombres son idénticos entre sí, salvo por sus diferencias, claro está. Son iguales, pero cada uno tiene una peculiaridad que lo separa del resto, por lo que todos son diferentes, por lo que todos son iguales.
Es un unipersonal al que no le falta diversidad de personajes, una comedia que parece un delirio sin sentido, pero esconde a plena vista ideas y conceptos mucho más profundos que los que podemos ver al principio. Los personajes se transforman a sí mismos y transforman al espectador, que cree que está mirando algo desde un punto, sólo para darse cuenta que está viendolo desde muchos.
Sergi López da cátedra de cómo hacer mucho con poco y hacer viajar durante hora y media a una sala entera usando sólo su talento, cautivando impecablemente al espectador con este “aleph” en tonada española.