Foto: Instituto Nacional del Teatro
Su actividad surgió de la santafesina Rafaela, una ciudad “así de chiquitita” donde, pese a los 100 mil habitantes, abrió su camino profesional y artístico, e incluso creó el maravilloso, increíble, hermoso Festival de Rafaela. Hoy, Marcelo Allasino es el Director Ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro donde aporta una mirada fresca y profundamente conocedora del hacer teatral.
En un momento de nuestra conversación, hablamos de cómo la Fiesta pone de manifiesto las diferencias que hay entre las producciones de las provincias, algo que nosotros (mal) consideramos casi lógico. Marcelo nos refuta rápidamente: “Es lógico, pero es modificable. Yo creo que al Instituto le hace falta hacerse cargo de esas desigualdades y poner toda la carne en el asador para que, al menos, exista la posibilidad de desarrollar el teatro en todas partes por igual. Esto no significa que vamos a tener teatro de excelencia en todas partes, pero sí garantizar las posibilidades”.
En esta gestión que estás iniciando frente al Instituto Nacional del Teatro, ¿cuál es tu visión? ¿Hacia dónde querés que vaya el Instituto?
Tenemos para 4 horas (risas). Mi visión de lo que debiera ser el Instituto y hacia dónde vislumbramos que debiera ir coincide con la del Ministerio de Cultura. No es una visión personal, sino que coincide con un grupo de funcionarios, gestores y hacedores con lo que compartimos una mirada.
Esta mirada que compartimos tiene la particularidad de que en el Instituto hay luego una tarea política enorme en el Consejo Directivo que es el que toma las decisiones. Me encanta, es un súper desafío, pero me encanta. Vos podés tener todas las pilas, la mejor mirada, los recursos, pero si no entramos todos en sintonía va a ser difícil.
Creo que el INT tuvo, en sus 18 años de funcionamiento y hasta la fecha, el foco muy puesto en el apoyo a la actividad teatral, al subsidio, pero creo que hace falta hacer mucho hincapié en lo que tiene que ver con el fomento y el desarrollo. Apuntar a la reflexión y a la proyección de políticas transformadoras para la escena nacional. Yo creo que se han afirmado muchos proyectos de sala, festivales, publicaciones, etcétera, y eso es algo maravilloso que el Instituto logró, pero creo que no se ha logrado modificar la realidad teatral de algunas regiones que necesitan de un fomento mucho más profundo, más de largo alcance.
Así que, bueno, en principio nos fijamos algunas líneas de acción que tienen que ver con resolver cuestiones urgentes. El año pasado el Instituto pasó por una crisis tremenda, en la cual el Instituto estuvo paralizado, una gran crisis institucional, así que estos primeros meses siento que estas líneas de acción que apuntan a generar esas políticas transformadoras todavía no estamos ni siquiera arrancando con eso, estamos apagando incendios de la administración pasada y eso tuvo que ver con un ordenamiento administrativo, cuestiones vinculadas a la tramitación de los 500 expedientes que quedaron sin pagar el año pasado, reparar el vínculo difícil que había quedado entre los mismos empleados del Instituto, con los representantes provinciales, con el Consejo Directivo. Un trabajo de mucha reparación.
La Fiesta Nacional es el primer gran evento que estamos pudiendo hacer, mostrando un nuevo modo de gestionar, de administrar los recursos, eso quizás no está visible en la diaria, en el hacer de las funciones, pero para nosotros se ve en torno a cómo hemos asignado los recursos, como los hemos administrado, con quien hemos trabajado, es un cambio rotundo.
¿Cómo se venía haciendo y cómo se hizo este año?
Hasta el año pasado la fiesta se co-gestionaba con una ONG a la que se le destinaba un dinero, y la responsable de administrar ese dinero era la ONG. Las compañías venían a hacer funciones y le hacían las facturas con su cachet a esa ONG. En cambio, este año nos hemos propuesto centralizar la administración desde el Instituto mismo. No puede ser que las compañías le facturen a un tercero, el que tiene que pagar y asumir la responsabilidad es el Estado, el INT. Comprometimos muy de cerca a todo el equipo de trabajo del INT, muchos de ellos hace años estaban sin funciones, fue volver a poner en valor ese equipo, aprovechar lo mejor que tiene cada uno. El Instituto tiene gente muy preparada, con mucho saber.
Con respecto a la Fiesta, también teníamos un gran desafío por el poco tiempo que teníamos para hacerla. La última Fiesta Provincial terminó hace 20 días. Imaginate que al no saber ni cuántos artistas ibas a tener que trasladar exigía un trabajo muy intenso.
¿El resultado de esta tarea titánica está a la altura de tus expectativas?
Bueno, mis expectativas son muy altas, creo que queda mucho por hacer. Estoy muy satisfecho, es un trabajo que hicimos juntos y es la primera vez que trabajo con el equipo que constituimos. El resultado para mí es muy positivo, y espero que el año que viene sea mejor. Creo que la Fiesta del año que viene la va a romper después de esta experiencia.
¿Ya saben dónde va a ser?
Todavía no. Propuse en la reunión plenaria a los representantes que empiecen a abrir el diálogo con los gobiernos provinciales y municipales a ver dónde encontramos interés, porque obviamente tiene que haber un compromiso político y presupuestario de quien lleva la Fiesta. Así que vamos a ver quién empieza a candidatearse. A mí me gustaría que no sea en el NOA, porque las últimas Fiestas fueron todas aquí, me encantaría que fuera en la Patagonia y creo que a los representantes de allí también. Pero hay que hacer un análisis, porque la ciudad que recibe la Fiesta tiene que tener una infraestructura de salas, que en hotelería y gastronomía está más cubierto pero que en salas a veces es más difícil.
Nos dimos cuenta en esta Fiesta que en CABA solemos ver mucho más teatro internacional que producciones de provincias argentinas. ¿Creés que una federalización del teatro puede ser uno de los objetivos de tu gestión?
Bueno, el tema es que eso en el país ocurre, pero no en CABA. De hecho, el Instituto tiene un circuito que propone una circulación de obras por todo el país. Cuando te referís a Festivales en Buenos Aires pienso en el FIBA, y al FIBA nunca le ha interesado la producción argentina. Está mal que lo diga, porque en el primer FIBA yo fui invitado con un espectáculo y en esa oportunidad éramos cuatro espectáculos de todo el interior, y en el último FIBA la programación nacional era todo CABA. Yo espero que mi queridísimo amigo Fede Irazábal, flamante director del FIBA, que es un gran conocedor de lo que ocurre en el interior del país, abra la mirada.
Fuimos notando en los distintos espacios de devoluciones que surgió un tema que atravesó casi toda la Fiesta: la mirada de género. ¿Vos creés que se toma en cuenta ese criterio a la hora de seleccionar las obras?
No creo que se tome en cuenta. El criterio para seleccionar los espectáculos tiene que ver con la rigurosidad del laburo, con la excelencia, al menos es lo primero que creo que debe primar. Eso también requiere de una revisión, en muchas provincias yo no sé siquiera quiénes son los jurados provinciales. Sí puedo decir que en las Fiestas que realizamos este año conocí a los jurados y el criterio de todos es elegir lo mejor que haya, sin centralizarse en una temática. Sí es ineludible que es algo emergente, algo que está latente en los creadores y en nuestra sociedad, y que obviamente se pone de manifiesto. Yo no lo percibo tanto a nivel temático, pero me parece sumamente interesante que aparezcan cosas así. Yo igual no pude ver más que el 10 por ciento de la programación así que la mirada de ustedes es más autorizada. Sí por ejemplo Iberescena hace especial hincapié en temáticas de género, pueblos afrodescendientes y originarios, y para elegir los proyectos tienen eso en consideración (no como algo excluyente, pero sí en foco). Acá, para nosotros, el gran desafío es elegir buen teatro.
Lo más relevante a nivel provincial. Las obras que sacudieron cada provincia, lo más representativo.
Sí, igual aclaro que para mí lo más representativo no es lo folklórico. No es más representativo de Jujuy si ponés a un pibe tocando una quena. Lo aclaro porque a veces esa mirada está incorporada incluso en el seno del Instituto mismo. Buscamos lo mejor que, si está teñido de esa regionalidad, bienvenido sea.
Me surge una duda. ¿Vos creés que la Fiesta puede ser para ustedes una herramienta de diagnóstico, para detectar dónde hace falta apuntalar algunas cuestiones?
No. Lo que ocurre en la Fiesta puede ser una herramienta para evaluar algunas cuestiones vinculadas a como se hace la Fiesta, quienes son los jurados provinciales, quién los elige, qué respaldo tiene en su hacer… Habilita otras discusiones. Nosotros para pensar en un plan estratégico transformador, a largo plazo, estamos trabajando con otras herramientas. Por un lado, con las reuniones que hacemos en las provincias con las comunidades teatrales Federico y yo, reuniones abiertas, catárticas. Luego tenemos una serie de reuniones con las agrupaciones que nuclean intereses comunes, donde hay un análisis más profundo de las necesidades del sector. Por otro lado, tenemos un diagnóstico que han hecho los mismos representantes provinciales, en base a un formulario que elaboramos nosotros. Y finalmente, lo que nos va a dar la herramienta más potente para realizar este diagnóstico, una serie de foros regionales que vamos a implementar a partir de agosto y hasta noviembre, en cada una de las seis regiones. En noviembre queremos hacer un Foro Nacional donde queden plasmadas las necesidades, las ideas, las propuestas, de las comunidades teatrales de todo el país. Ahí recién vamos a tener un diagnóstico serio y profundo, con todas las miradas. Abriendo el juego. Yo creo en esa forma de hacer política. Hablando con la gente, validando las decisiones con la comunidad: si las políticas no están respaldadas por una necesidad real de la comunidad teatral, nunca van a poder modificar nada.