Lo que nos dejó el III Festival Internacional de Dramaturgia

Por Alanis Buchanan, Matías Córdoba y Marianela Garay

Del 2 al 17 de junio se realizó la tercera edición del Festival Internacional de Dramaturgia en la ciudad de Buenos Aires. Esta vez, y a diferencia de sus ediciones anteriores, el festival amplió su territorio y no solo ofreció obras de teatro sino también perfomances, intervenciones urbanas, conferencias y muestras fotográficas de casi 100 artistas provenientes de Uruguay, Brasil, Perú, India, Líbano, Francia, Alemania España, Croacia, Finlandia y Argentina.

Dirigido y curado una vez más por el talentoso y siempre vanguardista Matías Umpierrez, el festival estuvo estructurado en cinco secciones: Dramaturgia de los mundos paralelos (obras de teatro); Dramaturgia en movimiento (obras de danza); Dramaturgia de una urbanidad desconocida (intervenciones site specific); Dramaturgia para una conferencia y Dramaturgia para una exhibición descentralizada (donde el fotógrafo Nacho Iasparra expuso su obra).

En Farsa, como buenos bichos de teatro, hicimos foco en Dramaturgia de los mundos paralelos y nos vimos las cinco obras estrenadas en el marco del festival que ahora continúan en cartel unos meses más.

Turma es una distopía dominada por un aura beckettiana, una obra pequeña bellamente oscura y opresiva. Escrita por la croata Vedrana Klepica, el texto cuenta la historia de tres mujeres sometidas de alguna manera al yugo patriarcal. Sus ropas están manchadas de sangre y deberán explicarle a una cuarta por qué atravesaron la noche fuera de sus casas. El texto dialoga perfectamente con la realidad argentina. La puesta dirigida por Azul Lombardía resalta esa oscuridad decadente y plomiza, mientras que el dispositivo escenográfico utilizado (un andamiaje móvil diseñado por Santiago Badillo) dice mucho con poco. Muy buenas actuaciones, entre ellas las de Laura López Moyano y Ana Garibaldi. Súper recomendable.

Con texto del brasileño Alexandre dal Farra y dirección de Lisandro Rodríguez, Abnegación 3 es una de las joyas de esta edición del festival. Con funciones todos los domingos a las 13 en el espacio cultural Los Vidrios (ex Elefante Club de Teatro), la pieza cuenta con un elenco numeroso y sigue la línea de un teatro más horizontal que vertical, un teatro humano, demasiado humano que lleva adelante Rodríguez (cada vez mejor como director). Aquí el público ingresa en la sala y es testigo de cómo los personajes discuten entre sí mientras los parlamentos pasan por sobre las cabezas de los espectadores como si fueran balas. Norberto Laino sigue trabajando con Rodríguez en las puestas escenográficas y los resultados siempre son sobresalientes. Teatralidad de lo inmediato en tiempos convulsos. Vot sí.

Lo salvaje fue escrita a partir de la convocatoria al festival por la autora peruana Mariana Silva Yrigoyen, y está dirigida por Nacho Ciatti. La Amazonia peruana llega a Buenos Aires, a través de una historia llena de emociones feroces y carnales propias de la selva: Sofía perdió a su familia, está sola y la selva amazónica se apodera de su hogar. La protagonista nos transporta en el tiempo, nos muestra sus recuerdos y nos cuenta su historia. Solía ser una mujer independiente, no buscaba una familia pero se enamoró de un hombre que tenía una hija. La primavera del enamoramiento desaparece y surgen los problemas que abordan cotidianamente a la clase media. La lucha interna entre pelear por los sueños o llegar a fin de mes, entre darlo todo por amor o buscar la felicidad propia se hacen presentes. Su historia nos conmueve y llegamos a sentir una empatía inmensa por una mujer que lo dio todo.

El fantasma de la normalidad llega desde Finlandia y fue escrita por Saara Turunen. Es una puesta dirigida por Sebastián Kalt que busca revelar y cuestionar, a través de diferentes escenas que parecen no tener conexión entre sí, el concepto de “normalidad” en la sociedad. Sin dudas, lo más curioso de esta obra es que, entre Finlandia y Argentina, hay más cosas en común de lo que uno puede creer. Se cuestiona el machismo, la xenofobia, la violencia y la discriminación: problemas universales que, en esta ocasión, se transformaron en teatro en un país nórdico, pero que existen también en Argentina. La autora se inspiró en la película francesa El fantasma de la libertad, en la que aparecen varias escenas que tienen alguna relación con ese concepto. Ella tomó la idea de normalidad, porque ¿quién no ha sido alguna vez acosado por ese fantasma? Buscándolo, o sin querer, todos caemos en absurdas situaciones que resultan “normales”. Turunen nos muestra de ellas que son cotidianas alrededor del mundo y también llega a lo más extremo, cuando la normalidad mata.

El Gato de Schrödinger, escrita por el uruguayo Santiago Sanguinetti y dirigida por Pablo Seijo, nos mete en el complicado universo de la física cuántica a través de un recurso un tanto más cercano: los personajes y sus planteos existenciales en los vestuarios de una cancha de fútbol, mientras los demás juegan el partido. Hay una paradoja, la que surge del experimento hecho en 1935 por un científico austríaco y que ahora la podemos ver en la sala México de Timbre 4. Es la paradoja del gato que puede estar vivo y muerto al mismo tiempo en el mundo cuántico, pero solo una de esas posibilidades puede ser verdad en el mundo real. Política, divorcios, homosexualidad, muerte: algunos de los tópicos que, desde el humor, disparan los interrogantes sobre qué pasaría si tuviéramos otras vidas además de las que conocemos; como seríamos si tuviéramos vidas paralelas. Preguntas de este estilo son las que intentan responder los gatos de peluche con cabezas y ojos gigantes -vestuario que cruzó el charco rioplatense-, el DT, y los demás personajes.

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