Por Malena Duchovny y Laura Petracca
No hace falta ni decirlo pero empecemos por acá: más allá de todas las polémicas que se arman periódicamente en torno a Malena Pichot, la piba es muy graciosa. Si por la costumbre de escucharla y conocerla, su humor se te había hecho un poco cotidiano, ver Leonor, el especial de comedia que escribió con Julián Lucero (de Cualca, de Los Bla Bla), te va a recordar qué te enganchó de ella en un principio.
En Leonor, Pichot está en su mejor versión con sus caras de odio y sus ojitos de “te voy a asesinar” (muy al estilo Elaine Benes) a la orden del día, pero con el desafío de un monólogo extenso que historiza e ilustra a Leonor Isabel Magdalena de Schwarzenberg: la verdadera, la primera princesa vampiro. De Schwarzenberg fue una princesa austríaca del siglo XVII que desconocemos, tal vez eclipsada por su enemiga eterna Erzsebet Bathory, la condesa sangrienta que Pizarnik se encargó de popularizar en Argentina (y hay algo muy del drama de YouTube de belleza en esta rivalidad). De la muerte de Leonor nació el mito del vampirismo, e inspiró a Bram Stoker para escribir Drácula.
Pichot bucea las aguas de la escritura creativa, su lugar de pertenencia y comodidad. Siempre con humor, el soporte de excusa fue de lo biográfico (La Loca de Mierda), pasando por lo realista (Cualca), lo distópico (Tarde Baby), e incluso el chivo (ver sus canjes en Instagram), para llegar ahora a la fantasía y el terror. Medio que ya venía seduciéndonos con esto con La Pande, unas historias -aunque excedidas en producción como para ser consideradas meras historias-, que publicaba como si nada en su cuenta de Instagram, pero que eran un diamante en bruto.
Se ve que supo capitalizar eso, ver la veta, y lo magnificó. En sus palabras: “es como una pavada basada en algo muy grandilocuente y pretencioso”. Pero creemos que en lo grandilocuente marcó la diferencia. No solo de lo que venimos viendo en material audiovisual y performático en pandemia, sino para su currículum mismo. Y así y todo, sigue resultando hermoso reconocer algunos “pichotismos”, como su enemistad declarada con Tik-Tok, o su obsesión con los fondos de Zoom de mentirita de Débora Plager, en el grueso del relato.
Lucero, como siempre, es un placer: el coprotagonista bonachón con un hilito de veneno tan sutil que casi se podría tomar por torpeza, pero que es claramente intencional. Él toma el papel de Cristopher, un muerto en vida que carga con su cabeza en brazos y atiende a Leonor. No entendemos qué rol tiene en el relato histórico, hasta que nos dicen que ninguno. Un poco le tocó esa del empleado doméstico/amigo en la lotería de resucitaciones, por suerte o por desgracia.
Estaría bueno que siguiéramos más de cerca cómo Lucero, con su humor físico de la escuela circense y de Los Bla Bla, con sus furcios intencionales característicos, con sus risitas hiper prologadas, con su burlona incomodidad física, está marcando una forma de hacer humor que fanatiza y que siempre invita a volver. Nos preguntamos si algún día iremos al cine a ver “la de Lucero”.
La dinámica que mantienen a lo largo del especial es reconfortante. ¿Extrañabas las peleas de Xavi y Norma en Por ahora, la serie creada y protagonizada por Pichot, Lucero y los demás integrantes de Cualca? Acá tenés una dosis en modo gótico: vampiros y almas en pena. Y también está dirigiendo todo, como lo hizo en Cualca y en Por Ahora, Esteban Garay, responsable y víctima, a la par, de fogonear la dinámica de trabajo.
No pasa únicamente que la piba es graciosa, la piba le viene marcando hace rato la cancha a muchos productores audiovisuales del mainstream, demostrando que hacer algo de mejor calidad y más interesante, no sale más guita. La producción de Leonor no tuvo la guita que le dan a espectáculos de instagramers y panelistas de televisión. Sin embargo, su vestuario y maquillaje son memorables, la iluminación y fotografía son un lujo. Y, como si fuese poca cosa, dice algo.
La cuestión está, claro, en si genera esa guita. Y acá aparecemos nosotras, que en un mundo en el que son pocas las cosas que podemos elegir, estamos pudiendo elegir un poquito más nuestros consumos y bancar a la gente que hace algo mejor. Si la conquista del mainstream sigue siendo un sueño imposible, por más rancia que la sepamos, al menos podemos mejorar eligiendo un consumo fresco: elijan Leonor y sigan de cerca a quienes hicieron todo esto con tan poco.