Juliette Binoche, ¿la tenés? Una francesa, linda, actriz… pavada de actriz, en su haber solo tiene un Oscar, un César y un premio en Cannes, nada… ¿no te suena? Trabajó en El paciente inglés, Cumbres borrascosas, La insoportable levedad del ser… bueno, por si todavía no (que no creo), aca va la “pochoclera”: Chocolate. Ahora sí, ¿no?
En fin, esta dama genial del cine regresó el año pasado al terreno de las tablas después de, nada más y nada menos, que 10 años de no pisarlas. Para colmo se eligió un papel chiquito para el retorno: interpreta a Julia en La señorita Julia de August Strindberg. La obra la dirige Frédéric Fisbach y se estrenó en el Festival de Aviñón en julio de 2011.
La puesta estuvo girando por varias ciudades de Francia y Luxemburgo y finalmente arribó a Londres en septiembre. El estreno fue el día 29 del pasado mes en The Barbican Theatre y los actores que acompañan a Juliette son Nicolás Bouchaud y Bénédicte Cerutti.
Pero alto, no vendas las joyas de la abuela para viajar a menos que seas un verdadero fan de Juliette. La crítica londinense adora a Binoche pero definitivamente no ama la propuesta de su director. Han sido bastante duros porque, al parecer, Fisbach trae el drama de Strindberg al siglo XXI y el conflicto de la obra pierde la fuerza de sus circunstancias sociotemporales. Con frases como “El destino de la protagonista deja de sentirse inevitable en esta producción chic y vacía que, al tratar de elevar la pieza por sobre el marco histórico, rebaja severamente la apuesta dramática” o “Esto es como una parodia de un film francés: mucha emoción, mucha postura fría, no demasiado contenido”, los ácidos críticos londinenses desalientan a cualquier espectador.