Especial desde Roma, Italia
Una obra en contra del feminicidio.
En ocasión de la semana en contra de la violencia de género.
Sábado por la noche, me encuentro a las 19 horas con Valeria y Fabio, una pareja de amigos actores, en el barrio de Prati para “hacer el aperitivo”, lo usual aquí en Roma. De allí partimos hacia el Teatro Abarico en el barrio de San Lorenzo, un teatro de unas 40 butacas aproximadamente, en gradas, del estilo de muchos de nuestros teatros porteños y me sentí en casa, una caricia para el alma.
Pequeña reseña sobre el teatro: fue fundado en el 2003 por Mariagiovanna Rosati Hansen, presidente del Instituto Teatral Europeo, es un espacio para la formación artística y presentación de nuevos talentos y profesionales ya consagrados, nacionales e internacionales, de teatro y danza-teatro.
Esta vez le tocó el turno a Io ed Emma, un espectáculo producido por Margot Theatre, escrito y dirigido por Valentina Cognatti, que pone el foco en el feminicidio, en ocasión de la semana en contra de la violencia de género. El propósito de Valentina y su compañía en tocar tan delicado argumento fue poner en evidencia la complejidad y la exigencia de una conciencia crítica colectiva, que conlleve al análisis de uno de los temas más preocupantes en la actualidad.
La obra cuenta la historia de dos mujeres, madre e hija, que luego de muchos años sin verse, se enfrentan en un diálogo acelerado evocando recuerdos e imágenes del pasado. Durante sesenta minutos el escenario es un vaivén de tensión psicológica de ambos personajes, utilizando un recurso que caracteriza a la directora: intercalar pasado y presente desdoblando el personaje de la hija en tres diferentes edades. De esta manera, poco a poco lo que estaba oculto y olvidado va saliendo a la luz: la historia de una mujer, una esposa, una madre que tomó determinadas decisiones a su juicio por el bien de su hija y termina pagando las consecuencias.
La autora y directora se documentó para poder rendir homenaje y tratar con el debido respeto la historia y vida de muchas mujeres en situación de violencia doméstica. El texto se mueve en dirección de una objetividad psicológica, presentando las personalidades de ambos personajes, impecablemente interpretados por Loredana Piedimonte y Melania Genna, madre e hija respectivamente, revelando de a poco los factores que subyacen en esa tensión emotiva y, entre silencios y enojos, va emergiendo la verdad. Los recuerdos de un comportamiento violento, callados por años, el miedo al juicio ajeno y a los cambios, escondidos en un rincón del alma.
Otra característica que me transportó a nuestras tablas y me gustaría resaltar fueron la escenografía, la gestión del espacio escénico y el vestuario, delicadamente elegidos por su estética y funcionalidad, dando la sensación de cómo se entrelazaban los tiempos y la historia iba hilvanándose.
Espero con ansias volver a ver los frutos del trabajo y el imaginario de esta joven dramaturga y directora, Valentina Cognatti, en la escena teatral romana, ya habiendo demostrado una respetable trayectoria.