Primero fue Rosario con Desmonte de Leonel Giacometto, luego Villa La Angostura con TiemVla (Teatro Volcánico) de Mariela Roa, ahora le tocó a Lago Puelo con Los gansos graznan un rato y se callan de la Compañía Teatro Casero. Así, el Teatro Cervantes logró el viernes pasado un tercer estreno en el marco de sus coproducciones en el territorio nacional. Esta vez, se trata de una adaptación de Tio Vania de Anton Chejov atravesada de una actualidad tal que es capaz de dar cuenta de su realidad patagónica y hasta incluso preguntarse por sus propias condiciones de producción.
No es la primera, ni la segunda vez que la Compañía de Teatro Casero dispara la escena desde un material chejoviano. Los gansos graznan un rato y se callan viene a cerrar una trilogía que comenzó en 2014 con Ensayo Ruso, la genial adaptación de Pedido de Mano que pudimos ver en la edición pasada de la Fiesta Nacional del Teatro en Tucumán, y siguió con Amoroso donde trabajan sobre la obra El Oso. Cuando le preguntamos a Darío Levin, co escritor y co director de esta nueva adaptación junto a Adrien Vanneuville, por qué Chejov obtuvimos más que la quizá conocida respuesta de admirar al autor ruso por su “humanidad atroz de inmensa melancolía mezclada con el humor”. Levin además, nos señaló la actualidad de estos textos en la realidad de su propio contexto. “Encuentro que las temáticas frecuentes de Chejov resuenan muchísimo en esta región del país, en la Patagonia, en la cordillera, donde hay un clima de destrucción de la naturaleza, peleas por la tierra, deudas, y sobre todo enfrentamiento entre hombres de la ciudad y hombres del campo. Dicotomía que se ve mucho en esta tercera pieza”.
Sucede que para Levin el teatro es “un fenómeno que está en constante diálogo con el contexto donde se lo produce”. Por lo que “cualquier material que elija, debe estar atravesado por quien lo realice para poder producir así una dramaturgia escénica y no sólo textual”. El espacio propuesto para esta adaptación también responde a esta búsqueda de “atravesar un material con lo contundente de este presente”, sobre todo porque la elección se vincula con las condiciones materiales del lugar de producción de la obra donde no hay salas dedicadas exclusivamente al teatro. Levin nos cuenta que la puesta de Los gansos… se realiza en “un galpón de madera donde funcionaba una vieja carpintería en una zona semi rural de Lago Puelo que en la obra opera como una casa de familia venida a menos”.
Sobre esto, su particular manejo estético. “Los espacios interiores y exteriores ofrecen distintas dimensiones de primeros planos y profundidades de campo, lo que acerca la obra al lenguaje cinematográfico y pone al público adentro de la escena trabajando un alto nivel de intimidad”. Acá la búsqueda va por el lado de querer “coquetear con la realidad y el presente”. Levin nos cuenta que “si llueve o está nublado o los perros del vecinos ladran más de lo habitual, algo cambia. Y como sabemos, el teatro es puro presente”. Entonces sentencia: “Tal vez elegir estos espacios es una forma de reafirmar esta condición”.
Pero no es sólo en la elección del espacio ni en el tratamiento estético que Los gansos… visibiliza las marcas de este momento. También esto está en los argumentos. Levin nos dice que “la temática apunta al hecho de ser provincianos, y en nosotros esto se resignifica en el teatro, en el hecho de hacer teatro en las provincias siempre avalados por profesores de la capital. El Profesor Serebriakov en Tío Vania representa el Teatro Cervantes, y a todas las instituciones centrales, que vive en la capital y viene un ratito a ver qué pasa en las provincias y luego se vuelve. No aguanta lo que acá sucede y nosotros no podemos vivir sin ellos”.
Esto nos lleva directamente a pensar en las condiciones de producción de esta obra y a profundizar un poquito sobre el Programa Teatro Cervantes – Teatro Nacional Argentino Produce en el País que la selecciona para su coproducción. Luego de una convocatoria abierta donde se presentaron 114 propuestas, el jurado compuesto por Rubén Szuchmacher y Ariel Farace, seleccionó cuatro proyectos atendiendo a aspectos como “la originalidad, la viabilidad de producción, su relación con la comunidad y la manera en que se insertan dentro de la línea curatorial del Teatro Cervantes considerando a su programación como un todo”, según nos contó Farace. Un aspecto fundamental es que a diferencia de su antecesor, el Plan Federal de Coproducciones, este programa no envía a los directores de las obras desde Buenos Aires para coproducir en las provincias, sino que apunta a visibilizar lo que ya viene ocurriendo en todo el territorio mediante las posibilidades estructurales de generar un proceso creativo integral en el lugar de origen de la propuesta.
Quizá entonces por fin el centro se esté expandiendo y ya no importe cuán duro sean sus límites porque la dicotomía con la periferia puede estar siendo otra cosa distinta a la subordinación. Quizá la categoría “provincias” esté empezando a ser lo suficientemente fuerte como para subsistir sin la necesidad de determinarse por oposición a ninguna otra. No es casual que, justamente, este nuevo estreno del Teatro Cervantes en su temática muestre esta relación. No, no lo es, que sacar a la luz es también señalar para destruir y transformar.
Los gansos graznan un rato y se callan (sobre Tío Vania de Anton Chejov)
Adaptación: Darío Levin y Adrien Vanneuville
Dirección: Darío Levin y Adrien Vanneuville
Actuaciones: Darío Levin, Kevin Orellanes, Silvina Orlando, Marta Roger, Adrien Vanneuville y Cecilia Ventuala Iluminación: Braian Mustafá
Vestuario: Camila Mery
Esta obra fue seleccionada a partir de la convocatoria: Teatro Cervantes – Teatro Nacional Argentino produce en el país.
Sala Taller Mandarina
Ruta 16 Km. 9, entre Rotonda Radal y Rotonda de Maderera, Callejón Tiempo Puelo S/N, Lago Puelo, Chubut.
Sábados y domingos de julio y agosto: 19:00 hs.
$ 120,00