Temporada Alta siempre es un soplo de aire fresco en el agobiante verano porteño, y La Noche Justo Antes de los Bosques cumplió perfectamente con la expectativa, y hasta nos sacó a pasear por la calle y culminó con todos tomando una birra con el actor. Nota de color: durante la obra, que se interpretó en parte en la vía pública, tres policías se fueron aproximando lenta pero decididamente hacia donde el actor estaba trabajando. Tranquilo, agente, no está loco de verdad, pasa que Oscar Muñoz es muy bueno en lo que hace.
Foto: Laura Mastroscello / aüa
Por su parte, Felipe Rubio nos hizo viajar en la mitad de la semana hasta Irlanda a buscar al eslabón perdido de su árbol familiar, aunque después nos dimos cuenta de que era todo una excusa para buscarse a él mismo en Esto se iba a llamar Projecto Chejov. Ahondamos en su pasado (y un poco en el de todos, ¿por qué no?) y en su supuesta obra chejoviana fallida que resultó ser un biodrama ingenioso, profundo y con mucha verdad. Salimos tan contentos de la sala que nos olvidamos de que era martes.
Por otro lado tenemos un sillón, un banco, una mesa y dos veladores. El narrador de La historia del señor Sommer se pasea por cada uno de estos espacios durante noventa minutos, mientras recuerda momentos de su niñez. Tiene la costumbre de irse por las ramas, literalmente. Pero en seguida se da cuenta y, después de dos palmaditas en la nuca, recula y vuelve al hilo del relato. La nariz roja aparece y nos regala puro juego. También aparece el señor Sommer cada vez que la historia lo llama, y una vez aprendida la lección, se retira en silencio. Se trata de la historia de un nene que descubre el mundo al mismo tiempo que el mundo lo descubre a él.
De más esta aclarar que Temporada Alta viene muy arriba en el ranking Farsero y nos queda todavía tiempo para seguir viendo más. Hasta aquí vibramos juventud, multicultura, birrin en pelopincho y teatro rompe cocos. ¡Nada mal para el mes más corto del año!
Por Marina Ceppi, Federico Espeche, Milena Foster y Marianela Garay.