Si algo puede conectarnos con la humanidad es la capacidad de ver y disfrutar el teatro y, si bien muchos comportamientos han cambiado (ya no entramos y salimos libremente de la sala ni arrojamos fruta podrida si la obra no nos gusta), la fascinación por compartir universos y conflictos universales sigue tan vigente como hace quinientos años. A veces, la experiencia se intensifica cuando el espacio es el mismo. Tal es el caso del Corralón de Comedias en la bellísima Alcalá de Henares, ciudad natal de Miguel de Cervantes, Patrimonio de la Humanidad y a sólo una hora de tren de Madrid.
El Corralón de Comedias, piso de 1500
El Corralón de Comedias devino espacio abierto de teatro por obra de un comerciante vivo que armó un escenario en el patio comunal de vecinos y gestionó la venta de entradas cuando los estudiantes de la flamante universidad, fundada por el cardenal Cisneros en 1499, poblaron la Plaza Mayor que estaba enfrente. De corralón abierto se convirtió en 1769 en precioso teatro neoclásico techado, y en la época romántica volvió a reformarse, adquiriendo el aspecto que conserva todavía hoy. Después de haber funcionado como cine hasta los años ’70, cayó en el abandono, hasta hace pocos años cuando fue restaurado hasta devolverle su antigua gloria. Hoy es uno de los espacios donde cobra vida el Festival de Clásicos de Alcalá a comienzos del verano. Van por el 14º en este 2014.
De los más de 30 espectáculos ofrecidos en sus diversas sedes, asistimos a tres, dos en el Corralón y el tercero en el Teatro Salón Cervantes, siempre en Alcalá de Henares.
Shakespeare en Benicasim es una “lectura escenificada”, según describen sus creadores Sergi López y Jorge Picó. Un par de empleados grises están sentados en sus escritorios ante sendas notebooks que uno de ellos utiliza para generar la banda de sonido. El otro, Sergi López, empieza a leer la obra, que es una selección de textos de William Shakespeare. Con ese aparente minimalismo de la puesta, el magistral actor catalán empieza a poblar el escenario con los personajes más emblemáticos del bardo, en una traducción de ellos mismos que rinde el mejor de los homenajes al original. Como muestra, un botón: Una pequeña palmerita de juguete que hace aparecer sobre el escritorio es la anticipación genial a lo que un público conocedor de los clásicos ingleses disfruta: el diálogo entre Caliban y Próspero por el amor de Miranda en La Tempestad. Así se suceden escenas y personajes hasta que uno olvida lo que está viendo para entrar en el universo shakespeariano hasta la coronilla, con la magia que sólo un gigante del teatro como Sergi López puede dar.
Las dos bandoleras, de Lope de Vega, a cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y FEI, con dirección de Carme Portaceli, es, por el contrario, todo lo que uno no desea ver, empezando por el galimatías de textos mezclados entre la obra original y los fragmentos despedazados de otras piezas de Lope; siguiendo con un vestuario por el que no se han decidido: pasan de tailleurs de azafatas a atuendos de espadachines y de capas regias a uniformes falangistas; y culminando con la voz insoportable de una Macarena Gómez a quien no le han dicho que no será más convincente en sus parlamentos si los grita. Lamento que sea éste el “homenaje a todas la mujeres fuertes, heroínas llenas de sagacidad y determinación que transitan por la obra de Lope”. Por el contrario, se destaca la labor formidable de David Fernández, “Fabu” en el personaje de Orgaz, y una puesta que promete más de lo que finalmente brinda la totalidad.
El burgués gentilhombre, de Molière, a cargo de la Compañía Mephisto Teatro, excelentemente bien versionada y dirigida por Liuba Cid, demuestra que es posible traspolar tiempos, acentos (cubano y español de España) y puestas, sumándole al original humor y talento dignos de lo mejor que puede crear el teatro. La puesta es sencilla y acertada, con la picardía de una ventanita interior enmarcada como un cuadro por donde el público puede anticipar la entrada del próximo personaje. Al igual que hace trescientos cincuenta años, los actores representan todos los roles: masculinos y femeninos. En esta propuesta son ocho los que cubren todos los personajes con incomparable ductilidad y gracia. Justo Salas en su rol protagónico de Monsieur Jourdain es magnífico, al igual que Jorge Ferrera, a cargo de dos personajes: el maestro de música y la deliciosa criada Nicolasa. El acento cubano no hace más que sumarle azúcar al delicioso postre, al punto que el público aplaude de pie en la sala llena, obligando a los intérpretes a salir una y otra vez.
La programación completa puede verse en www.clasicosenalcala.net
En la actualidad, además, el Corral de Comedias ofrece un completo programa de espectáculos teatrales y está abierto para visitas turísticas en Plaza de Cervantes,15- Tel: 91 882 22 42
www.corraldealcala.comgestiondeaudiencias@teatroabadia.
Teatro Salón Cervantes- Calle de Cervantes, 7. Tel: 91 882 24 97