La monumental obra francesa de la compañía Si Vous Pouviez Lécher Mon Coeur y basada en la novela homónima del escritor Roberto Bolaño cerró el 11° Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) en el Teatro San Martín. ¡Doce horas de puro teatro!
Estructurada en cinco partes (“La parte de los críticos”, “La parte de Amalfitano”, “La parte de Fate”, “La parte de los crímenes” y “La parte de Archimboldi”), 2666 está unida por los misteriosos asesinatos cometidos contra centenares de mujeres en Santa Teresa, México, efectivamente una ciudad ficticia creada por la imaginación de Roberto Bolaño, su autor, pero que guarda varias similitudes con los casos de femicidio sucedidos en Ciudad Juárez.
Por sus características -su amplitud de registros, sus dispositivos escenotécnicos y su extensión de casi ¡doce horas!-, esta versión de 2666 es la más ambiciosa con respecto a las otras dos versiones precedentes que se hicieron del libro, publicado originalmente en 2004, un año después de la muerte de su autor. Dirigida por Julien Gosselin y la compañía Si Vous Pouviez Léchez Mon Cœur (Si pudieras lamer mi corazón), la obra consta también de una escenografía imponente, que viajó en tres containers y necesitó de más de setenta personas y una semana para su puesta en escena.
La parte de los críticos
Ceñida estrictamente al original, la primera parte es la historia de cuatro estudiosos de literatura: Liz Norton, Jean Claude Pelletier, Manuel Espinoza y Piero Morini, este último en silla de ruedas. Obsesionados con la figura de Benno von Archimboldi, un enigmático escritor alemán del cual nadie sabe absolutamente nada de su vida privada, deciden poner en marcha un plan para hallar su paradero. Esto los llevará, luego de coincidir en seminarios y en el departamento de Norton (lugar donde comenzará un triángulo amoroso entre ella, Pelletier y Espinoza y que es uno de los aspectos troncales del primer acto) a viajar a Santa Teresa, México, lugar donde estaría pasando sus días Archimboldi: “¿Por qué razón estará allí?”, se pregunta Norton (Noémie Gantier, sobresaliente casi siempre, perfecta en el monólogo del final). Ya en Santa Teresa, estos archimboldianos irreductibles conocerán al profesor Oscar Amalfitano, el cual es un seguidor de la obra del escritor alemán, pero con reservas. Finalmente, nunca llegan al objetivo. Norton atraviesa un proceso de extrañamiento y decide volver a Europa, abandonando a sus amantes. Julien Gosselin, director de la puesta, resuelve muy bien el clima siniestro y aterrador que irá in crescendo con el correr de la obra, pero que en esta primera parte aparece sutilmente.
La parte de Amalfitano
La más breve de todas y acaso la más cinematográfica, esta parte desarrolla la historia de Oscar Amalfitano (Frédéric Leidgens), un chileno profesor de filosofía que, junto a su hija, Rosa, es abandonado por su esposa, Lola. Al cabo de un tiempo, Lola regresa al hogar para contarle que ha tenido un hijo y ha contraído la enfermedad del sida. Esto acelera un proceso de locura en Amalfitano que decide aceptar un puesto de profesor en Santa Teresa (allí es donde conocerá a esos archimboldianos de la primera parte). Ese viaje interior a la locura, que es predominantemente cinematográfico, es quizá de los mejores pasajes de toda la obra por la prolijidad y el detalle con que se cuenta ese recorrido filmado en blanco y negro (la vuelta al pasado). En esta parte es evidente el aumento de la tensión y la oscuridad. La escena en donde Amalfitano cuelga en una soga del patio de su casa un libro del escritor Rafael Dieste es memorable, no sólo por los elementos actorales, sino por los diferentes dispositivos escenográficos activados en la escena y la profundidad dramatúrgica que encuentra el director en el texto de Bolaño.
La parte de Fate
Quizá la más resuelta y de mejor factura de las partes, este tercer acto es la historia de Quincy Williams, alias Fate, (Adama Diop) un periodista afroamericano que viaja a Santa Teresa para cubrir una pelea de boxeo. Allí conocerá a Chucho Flores y a Guadalupe Roncal, dos periodistas que le cuentan sobre la cantidad de femicidios ocurridos en la ciudad. En el lugar donde ocurre el combate de boxeo, Chucho le presentará a Rosa, la hija de Oscar Amalfitano, con la que se escapará en el final. Todo el acto está atravesado por la cuestión racial de los afroamericanos y mexicanos en Estados Unidos, país del cual Fate se ríe al comienzo en un monólogo que rompe la cuarta pared e interpela al público: “La televisión norteamericana está llena de sonrisas y de dentaduras cada vez más perfectas. ¿Quieren que depositemos nuestra confianza en ellos? No. ¿Quieren hacernos creer que son buenas personas, incapaces de hacer daño a nadie? Tampoco. En realidad no quieren nada de nosotros. Sólo quieren enseñarnos sus dentaduras, sus sonrisas, sin pedirnos nada a cambio salvo nuestra admiración. Admiración”.
La parte de los crímenes
Con todo el escenario a oscuras se describen, a manera de sueltos periodísticos, los textos tal cual escribió Bolaño sobre la infinidad de vejámenes y de casos seguidos de muerte que sacudieron a Santa Teresa. Mientras, de fondo suena una música monolítica y aterradora, que produce una cierta incomodidad. Es la parte en donde el tono asfixiante consigue su cometido; ese tono que apenas asoma en el primer acto y que aquí aparece en todo su esplendor e inunda la sala. La escena final está muy bien lograda: bajo iluminación ambarina, una diputada del PRI (Partido Revolucionario Institucional) narra a un periodista extranjero los diversos casos de femicidios sucedidos en la ciudad. Ya no hay música, sólo los parlamentos de los actores entre el silencio sepulcral.
La parte de Archimboldi
El canto del cisne después de cuatro intervalos. Esta parte es menos cinematográfica que sus predecesoras. Retoma la historia de Hans Reiter, que acabará transformándose en escritor bajo el seudónimo de Benno Von Archimboldi. Si la primera parte tocaba la problemática crítica, la tercera la racial y la cuarta ahondaba en la cuestión política y el femicidio, la quinta girará en torno a los campos de exterminio y el ser humano como monstruo. El público aplaude y se aplaude cuando se devela el final de una historia que son cinco historias autónomas, pero unidas sutilmente por un hilo conductor. Es encomiable y acertado el trabajo del director para encontrarle la vuelta dramatúrgica a la obra de Bolaño, a pesar de que respete demasiado a ese río de mil páginas (hasta donde se sabe, el escritor chileno nunca escribió teatro); formidable es la laboriosidad de los actores, que son pocos teniendo en cuenta la duración y la cantidad de personajes que van y vienen durante la acción, dotados de una generosa pregnancia escénica.
Ficha artística:
Autoría: Roberto Bolaño
Compañía: Si Vous Pouviez Lécher Mon Coeur
Adaptación y dirección: Julien Gosselin
Actores: Rémi Alexandre, Gillaume Bachelé, Adama Diop, Joseph Drouet, Denis Eyriey, Antoine Ferron, Noémie Gantier, Carine Goron, Alexandre Lecroc-Lecerf, Frédéric Leidgens, Caroline Mounier, Victoria Quesnel, Tiphaine Raffier.
Creación musical: Rémi Alexandre, Guillaume Bachelé
Diseño de iluminación: Niko Joubert
Diseño de sonido: Julien Feryn
Diseño de video: Jérémie Bernaert, Pierre Martin
Diseño de vestuario: Caroline Tavernier
Duración: 11 h 30 m