“Se los ve tan bien juntos” dirán las parejas al encontrarse. Pero si hay algo que Toda persona vista de cerca es un monstruo nos refleja, es que nada es lo aparenta ser.

María Zubiri, en su segundo proyecto como dramaturga (y también actriz), nos invita a ser testigos de una cena entre dos parejas unidas por el vínculo laboral de los novios, que irá despojando las caretas a cada uno de los miembros. Los celos, la envidia, la represión y la libertad, son algunos de los temas que se expondrán en escena.

El vino, los pollos, el acenso, la maternidad, la rutina, los chicos, el colegio: los tópicos que esconderán los conflictos humanos de estos personajes que se sinceran, aún, sin quererlo.

María Zubiri la rompe, literalmente, en el escenario. Su personaje es rebelde, transgresor, disruptivo y ella lo lleva a fondo. Sol Kohanoff también nos sorprende, interpretando a esa mujer sumisa y tradicional que no puede salir del molde. Maximiliano Priorello y Emiliano Pandelo representan dos tipos de hombre que poco a poco demuestran sus inseguridades y quedan al desnudo frente a los demás. De nuevo: nada es lo que aparenta ser.

Bajo la excelente dirección de Mauro Antón, la puesta se completa con una escenografía sencilla pero cargada de detalles, utilería al servicio de la acción y el argumento. El mono ambiente creado en el escenario de Espacio Polonia está diseñado idealmente para que veamos cada uno de los recovecos donde ocurre toda la acción. Los momentos de intimidad, de crítica, de soledad, de violencia.

Toda persona vista de cerca es un monstruo es una comedia, un drama, un momento de ruptura y también de reflexión. Los sábados en Espacio Polonia se habla de amor y de todas las otras cosas.