Los vínculos de a dos siempre son un tema candente y es sabido que en una pareja nunca son solo dos. En general, hay muchas otras influencias que juegan para definir el rumbo de un matrimonio.

Esto sucede en Nerium Park. Conocemos la historia de Nacho y Victoria que son una pareja de hace ya unos cuantos años juntos, con muchas expectativas por el nuevo departamento que han comprado en las afueras de la ciudad donde viven. Arrancan con las ilusiones intactas de todo lo nuevo que harán allí, remodelación, reuniones y hasta hijos. Sin embargo, Victoria está muy asustada por ese afuera desolado que los rodea, de manera hasta neurótica. Nacho la calma, le abre una cerveza, le toca el charango, como para que se olvide y piense todas las cosas lindas que van a hacer juntos. Esta negación naif de Nacho va a tener mecha corta porque la realidad del afuera apremia y se hace cada vez más presente. La situación laboral, la economía del país, sus distintas maneras de ver el mundo tiran abajo la puerta de ese departamento moderno y paquete que acaban de adquirir.

La confusión ronda la obra entera, reflejando esa incomunicación que tienen los protagonistas entre sí. Esos dos que planeaban tanto juntos de repente no hablan el mismo idioma y los separa un abismo. En ese abismo cae el espectador que duda entre uno y otro, intentando descifrar qué cuento creer. Todo comienza a ponerse muy gris, lo que pensábamos de cada personaje, lo que ocultan y hasta donde están (no sabemos si es un departamento moderno o un galpón bien amueblado). Toda esta confusión genera un suspenso inesperado y repentino, temiendo que el enemigo esté ahí afuera acechando; siempre está más cerca de lo que uno espera.