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A ellas las sigo desde cemento. Bueno, mentira. Pero algo así…
Conocí, sin ningún tipo de lectura previa al evento, a las hermanas Anala Anama en el Festival El Porvenir, edición 2017. Esa fue la primera vez que pusieron la obra en escena. Tomé notas desesperada, fanatizada por lo que había visto. De esas notas, hoy me llama la atención particularmente una: “ninguna de las dos tiene la uña postiza del índice izquierdo”. A ese nivel de detalle me obsesioné.

Las Mackallister son dos hermanas drag, oriundas de Catán city, encerradas en un container de chapa por el que intentan escabullirse a un paraíso terrenal ficticio y no tanto: “Maiame”. Pero el paraíso terrenal ficticio lo podemos ver sus espectadores dentro del mismo container. El viaje se vuelve recital, entre palabras recitadas y poéticas. Con música de Eugenia Jolly, estas IKV mostras, rapean algunos versos sobre bases traperas para hacernos ver un horizonte “que no existe acá dentro, pero lo veo porque yo decido hacerlo”, en palabras de Anala. Esta frase, que bien sintetiza el horizonte que trazan las identidades disidentes para sí mismas y en relación al espectro social, también expone la razón de ser de un espectáculo “que a nadie hizo falta” y “para Britney, que no llegó a verlo”.

Se nos aparecen con un vestuario medio ninja-glam, medio urbano con zapas listas para salir corriendo. Anala, la de azul, tiene una pose vulnerable y dulce, sus cejas son redondeadas. Anama, la de rojo, es dura y seca, se la nota harta, y sus cejas solían ser bien arqueadas al estilo Divine. Ahora, en las nuevas funciones que están haciendo lo sábados a las 19 en Espacio Sísmico, las cejas de Anama se suavizaron bastante. Tal vez el tiempo encerrada con Anala, la llevó a ablandarse un poco. Formando un anagrama con sus nombres, nos dicen: “juntas somos ‘amalas’, debes amarlas, a las dos, por partes iguales“. Por partes iguales, porque ellas existen en esta hermandad, tienen una misma historia, se completan y unen en el discurso, se modifican como sus cejas, fueron cortadas por el mismo machete del padre. Diego Palacios Stroia, su director, dice al respecto: “Lo que me interesaba construir era una corporalidad siamesa, un show siamés  donde no se entienda donde termina el dúo y empieza la singularidad de cada una. Construir una voz unívoca, recíproca, multi-parlante y desquiciada”

El container iluminado con colores, enmarca la fantasía de estas dragas y cada insert musical. También acompaña las coreografías o los momentos en que simplemente bailan “porque no pueden otra cosa“. Algunos movimientos los hacen para acompañar el texto hablado, o para explorar los límites de su agotamiento. Para esto, bien les vienen los panchos (así se le suele decir en la jerga a los rellenos en las caderas), para amortigüar los golpes. Para mí es un espectáculo que me permitió hacer cualquier cosa en varios planos, montar un recital, hacer poesía, un musical, encontrarnos con el rap, caer en el cuerpo drag, sobre todo conectarme con lo deforme, con las monstruitas. Lo deforme como emancipación espectacular. ‘Nos navega una isla flotante’ dice una de ellas, y yo me lo quedo como verso mántrico, para joderme algo con eso deforme”. Un espectáculo deforme, con protagonistas deformes, para palear una realidad absolutamente deforme.

Hace muy poquito me confesé fan ante Diego, en un gesto profundamente periodístico de mi parte, y me dijo que somos varios los que caemos en el hechizo. Hay cierta lógica de banda que funciona y que parece superar al hecho teatral, o al menos eso confirmé después del intercambio. Tal vez, en algún futuro, podamos seguir viéndolas en su espectáculo de resurrección, rearmando el truque, para reinventarse a sí mismas y a su horizonte. Es importante darle cupo a otras corporalidades y fantasías en el teatro, es importante sacudirse un poco la paja narrativa con twerk y glitter, como lo hacen Las Mackallister. Por eso, debes amarlas.

Ficha técnico artística

Dirección y dramaturgia: Diego Palacios Stroia

Actuación: Mariano Clemente, Gonzalo Facundo López

Asistencia de dirección: Sol Garrido

Escenografía: Matías Berelawsky

Vestuario: Romina Santorsola

Diseño de espacio: Mariano Clemente

Diseño de luces: Moshe Maya Duarte

Música original: Eugenia Jolly

Maquillaje: Joseph Attieh

Video: Sebastián Cáceres

Operación técnica: Fernando Bergami

Fotografía: Alejo Di Risio

Diseño gráfico: Maiu Lappas

Entrenamiento en canto: Sol Garrido

Diseño de movimientos: Jimena Pérez Salerno

Producción general: Micaela Freire

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