La enamorada del muro es una planta proveniente del oriente. Se la conoce mundialmente como “rastrera”, palabra que en este caso invito a que tomemos más descriptiva que simbólica. No requiere mucho mantenimiento, por naturaleza se aferra a las paredes y crece lenta pero firmemente, expandiendo su verde dominio. Sus hojas son pequeñitas y en forma de corazón. Lo único que puede secarla es la falta total de agua.

La enamorada es una obra corta, escrita por Santiago Loza, dirigida por Guillermo Cacace y protagonizada por Julieta Venegas. Ella comienza el relato pequeña y frágil como un esqueje, en constante diálogo con el público, y se expande lentamente abarcando el dominio del teatro con su voz prístina y dulce. Ver la obra es un poco como abrir una cajita musical que capta nuestra mirada, nos quita una sonrisa al oírla, y luego se cierra para encapsular el placentero momento.

El personaje de este unipersonal es una mujer de costumbre, de familia, sumisa y devota. Urgida de ganas por contarnos algo, que no importa bien qué, mientras escuchemos. Su historia está acompañada por un teatro de sombras con recortes que terminan por darle el marco plástico que hace de esta una bella pieza teatral. Entran en juego el agua, y algunos colores en acuarelas o luces, para nutrirse de más herramientas estéticas. Mientras, la enamorada transita el recuerdo de algunas cosas que murieron y otras que están por morir, para recibir lo nuevo.

“La enamorada no tiene grandes verdades, ni confidencias importantes. Lo que tiene por decir es tan pequeño y entrañable que podría pasar desapercibido. La Enamorada pide la palabra y, cuando los tímidos se lanzan al lenguaje no pueden detenerse” describe Santiago Loza, que confiesa haber necesitado compartir los bellos momentos que pasaban con Julieta al componer las canciones. “La enamorada hizo bien a las y los que fuimos parte. Ahora se reparte. Se abre, se disemina y se va extinguiendo como la canción más dulce y primitiva. Nos lleva lejos y nos devuelve a un lugar cercano e intangible”. La enamorada sólo nos pide que no la olvidemos, este público que somos es su agua para continuar.