Un hombre espera a su mujer para festejar su octogésimo cumpleaños con un ramo de flores y una torta envuelta en un paquete de confitería como presente. No sabemos dónde está, no sabemos qué está haciendo, solo sabemos que espera, y en esa espera -para hacer tiempo, o para olvidarse de él- este hombre nos cuenta cómo conoció a  Susana, “Susan” como la nombra  durante todo este exquisito relato tan teatral, como poético.

Un relato simple, pero potente, escrito y dirigido por Gastón Marioni, que, con inteligencia propone una reflexión lúdica acerca de la vida, el tiempo, la memoria, y el amor, permitiéndose jugar con elementos de lo “teatral” para contar esta historia. Verdad-mentira; locura-cordura; vejez-juventud; vida-muerte; soledad-compañía, realidad-ficción, son algunos de los pares de aparentes opuestos, en los que profundiza esta historia.

El elogio de la risa es un unipersonal interpretado por Juan Leyrado, quien domina el escenario con una seducción actoral fascinante. Malabarista de las emociones, transita la pieza con una destreza en su “decir”, pronunciando los textos con cada parte de su cuerpo y de su alma. Es muy conmovedor verlo jugar con la ingenuidad de un niño y a la vez con la precisión actoral de un grande. Leyrado sabe dónde generar los silencios, las pausas, las sonrisas, o cómo provocar el estallido de carcajadas o la emoción repentina en los espectadores. Imposible no conmoverse.

Un sorpresivo y contundente final  da un giro a la historia haciendo confluir todos los elementos de la historia dejándote clavado en la butaca por varios minutos después de que termine la función.