Reseña
15'

Por Vicky Casaurang, Guada Gold y Juli Zeta

Es invierno en Buenos Aires. Estamos en plena pandemia, en casa, obvio. Los teatros están cerrados pero las ganas de vivir experiencias ficcionales van creciendo con cada extensión de la cuarentena. Aparecen nuevos formatos, o viejos y resignificados. Hablar por teléfono parece haber quedado obsoleto, ¿será que ya perdió la batalla contra las videollamadas? Debo decir que yo era súper fana de los supersónicos en mi infancia y siempre fantaseé con hablar por teléfono a través de la tele, ¡y se nos cumplió el sueño! Pero hoy nos harta tanta pantalla, tanto zoom, y buscamos desconectar. Hasta te diría que es sano apagar las pantallas un rato por día.

Recuperar la sonoridad parece ser uno de los grandes hallazgos de este encierro. Y en plena temporada geminiana, donde la palabra y la comunicación fueron protagonistas, estalló el mundo de lo sonoro, con programas de radio o radio teatros, experiencias de audio por whatsapp y hasta llamadas por teléfono. Y sin darnos cuenta, recuperamos esa experiencia de esperar un llamado y después quedarte horas tirada panza arriba en la cama hablando, jugando con el cable entre tus dedos.

*31# llega como un formato nuevo, que rompe cualquier pared, porque más que un monólogo es un diálogo, una propuesta con tres experiencias diferentes que desde un número oculto te llaman para romper tu rutina en tiempos de cuarentena.

Inducir al sueño de Max Suen
Un día abrí Instagram y lo primero que vi fue un flyer naranja y violeta con un teléfono y un número escrito: *31#. Intrigada, busqué. Así que ahora hay teatro telefónico, ¡qué ganas de probar! Abrí Alternativa, elegí una obra, su horario, reservé mi entrada, anoté mi número de teléfono y mi nombre, requisitos importantes para participar de la experiencia. Quedaba una entrada. Esperé… Se hizo la hora, estaba nerviosa. Atendí, “¿Hola, Guada?” empezó la función. Demian se presentó, me llamó para contarme cómo hacía para combatir el insomnio. Conversación ida y vuelta, casi. “¿Podes cerrar los ojos, Guada?” me dijo suavemente. Me gustó que diga mi nombre. Sonreí, sentí miedo, me reí y me sonrojé un poco. El teatro me llegó directo al oído. La función era para mí. Más bien, yo era parte de la obra. Demian continuó su relato. Me recordó que una vez había ido a un campo con él, me preguntó si me acordaba de los conejos. Su respiración se agitó. Le pregunté si estaba bien. Empecé a tenerle cariño. ¿Qué pienso de las pieles de conejos? No sé. Le respondí algo tonto. ¿Te pasó alguna vez que de camino a casa, luego de ver una obra, recién entendés algo que pasó durante la función? Bueno, justo ese día antes de la llamada, había recordado una entrevista con Nelson Segovia, Realizador de Vestuario del Cervantes, en la cual me contaba que se había manchado un saco de piel de conejo con sangre falsa en un ensayo de una obra. Cuando Demian me cortó el teléfono, pensé inmediatamente en esa anécdota, que no llegue a decirle. Las premoniciones del teatro, las imágenes, las sensaciones, todas juntas aparecieron en un sólo llamado de 15 minutos. Que te llame Asterisco 31 Numeral es sentirse en una butaca. Es dejar atrás el concepto de que el teatro es de los que están arriba o detrás del escenario. Es un momento dedicado a los espectadores, en este caso oyentes, para contarles una historia, y al cortar la llamada, dejarlos con la sensación de que se cerró el telón.

Aparezco porque te extraño de Almudena González
“El domingo es domingo en todo el mundo”, dice la invitación. Pero acá es domingo a la tarde, una tarde en la que anochece temprano. Ese momento puntual en el que la energía del fin de semana baja, tanto, que hasta lo he escuchado nombrar como la hora del suicidio. Sabés de lo que estoy hablando. Ese tiempo bajón asociado con la nostalgia, con la tristeza por lo que no fue. Y recibo un llamado. Tiene acento español. Me habla desde un monoambiente en Madrid y es un viejo amor. Parece que le pegó mal y no pudo resistirse a la tentación de agarrar el teléfono. En tiempos de fronteras cerradas cada kilómetro mide el doble. Ya estábamos lejos pero ahora más. Cada una mira por su ventana como si estuviera mirando a la otra: la siento cerca. Recuerda momentos juntas y se nota que nos quisimos. Hay algo de melodrama y comedia en su hablar y su estilo me remite a las películas Almodóvar. Por un rato me siento parte de una. Juego el juego y el domingo a la tarde se torna liviano, lúdico y nuevo.

Shmooze de Naomi Stein
Saber que te van a llamar genera ansiedad. ¡Ring! Los teléfonos ya casi no suenan así, pero esa sigue siendo la onomatopeya de teléfono. Y quien está del otro lado pertenece a la generación del fijo con cable. Por la voz le doy entre ochenta y noventa. Aunque desconfío y pienso que puede ser una chica joven quien interpreta el personaje de la bobe. Me cuesta entrar: quiere saber si estoy bien. En realidad me llamó para decirme algo que luego olvidó pero por sobre todo quiere saber si estoy bien alimentada. Estamos en la misma ciudad en tiempos de confinamiento. En mi casa no hay comida y por lo que me cuenta siento que en la suya la cocina está siempre encendida, haciendo rico y en cantidad. Usa muchas palabras de la comunidad judía y yo que no lo soy empiezo a sentirme una chica de la cole porteña de clase media hablando un rato con su abuela, que me pregunta cómo estoy, si tengo frío o me abrigué y se preocupa si no hablo. “¡Chau bobe! Llamame más seguido”, termino diciéndole después de diez minutos de charla, y me doy cuenta de que terminé entrando a fondo en la ficción. Si tienen abuela llámenla, que cuando no está se extraña.

Ficha técnico artística

Inducir el sueño
Dramaturgia: Max Suen
Actuación: Felipe Martín Saade, Max Suen

Aparezco porque te extraño
Dramaturgia: Almudena González
Actuación: Almudena González, Valentina Posleman

Shmooze
Dramaturgia: Naomi Stein
Actuación: Andrés Pruss, Naomi Stein

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